Hice un viaje de tres bandas, cada una de ellas confirma el potencial turístico espectacular que tiene México, sus fortalezas y evidentes carencias o «áreas de oportunidad» (insuperable expresión del optimismo), tres bordes que se complementan y contrastan: realismo mágico, surrealismo y realidad. Otros le llaman simplemente huasteca potosina.

Recorrí cascadas, ríos y lagunas donde los colores están más cerca de la escenografía que de la expectativa de viajar por México. Por una semana olvidé la imagen que el mundo ha construido de nosotros (gracias a nosotros), se me borró el país sucio en corrupción y en narcotráfico, la nación que ha depredado sus recursos naturales, el sitio donde la gente tiene tan poca educación cívica que la basura cohabita con el esplendor natural (como en el Cañón del Sumidero, en Chiapas). En vez de todo eso emergió un país de aguas transparentes, tan azules que el Caribe se pondría celoso, interminables cascadas y pozas de poder hipnótico, cerros en distinto verde, tantos como para hacer un catálogo obsesivo de tonalidades, cañones altísimos en cuyos fondos corre un rumor fluido que en momentos se acelera y forma nubes blancas al estrellarse con las rocas y en momentos se queda quieto, obedeciendo a una horizontalidad que no se ve pero se adivina.

La Media Luna, Micos, Santa María Tampaón, Puente de Dios, Tamul, El Meco, Tamasopo, Sótano de las Golondrinas, Minas Viejas, son algunos nombres de los sitios que forman el realismo mágico mexicano donde fue extraordinario ver que no había basura en bosques, selvas ni en sus aguas. Hubo un incidente menor, notable para mí, donde sobre las aguas transparentes de Minas Viejas flotaba un envase de refresco y una lata de aluminio. No estaban a la mano y para alcanzarlas había que caminar por un fondo empedrado y muy resbaloso. Uno de mis hijos que nadaba en la enorme poza se dio cuenta de la basura, fue por ella y la sacó. Una muy pequeña acción de gran significado. Mientras existan mexicanos dispuestos a hacer lo correcto, este país tendrá esperanza.

Cargo en la cabeza una frase que años atrás levanté: ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? Brinqué al agua desde miserables 5 metros pero en términos reales, un logro, e hicimos rafting (nivel 3) en familia, gran experiencia de la que saco varias lecciones de vida: un guía es fundamental, pon atención a las instrucciones (no sabes en qué momento el simulacro se vuelve realidad), remar con coordinación hace que avances mejor, si caes al agua, mantén la calma y levanta las piernas (esto último no lo recordé, mi pierna derecha tiene costras que son como trofeos de batalla), y la satisfacción de cumplir el trayecto es insuperable. Ah, se divierte más quien se voltea.

El realismo cobra factura. Algunos caminos están en muy mal estado, hay pocas opciones de hospedaje, guías pobremente enterados de la zona y que se conforman con cumplir itinerarios que les hacen en otra ciudad, baños deplorables, malas empresas de ecoturismo que no saben hacer itinerarios, son parte también del aprendizaje.

Tal vez todo el viaje fue surrealista pero el calificativo es reclamado para el Jardín Escultórico de Edward James, el excéntrico escocés que en busca de libertad para sus pensamientos desaforados llegó a Xilitla en los años cuarenta del siglo pasado para cumplir el capricho de sus sueños, dar rienda suelta a su subconsciente y dejar para la posteridad y el gozo de los visitantes, aunque él no lo supiera nunca, un espacio donde el concreto se habla de tú con la naturaleza, diálogo verde y ocre entre musgo, enredaderas y metales mientras las formas artificiales semejan creaciones naturales, sin sentido ni lógica ni coherencia para la razón que ha de ceder un rato a la locura de habitar el pensamiento en fuga sin preguntar ¿por qué? ni ¿para qué?, sino simplemente observar que nada está completo ni terminado, y que si este sitio tuviera música y letra serían Piazzolla y Ferrer en Balada para un loco, corolario tentador: «vení, volá, sentí, el loco berretín que tengo para vos».

Entre las coordenadas realismo mágico, surrealismo y realidad, este país existe; aquí unas imágenes: http://eduardocaccia.com/galeriafotos/huasteca/.

@eduardo_caccia

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