La década perdida, así bautizaron a los años ochenta para las economías de América Latina, incluida la mexicana. Otros la caracterizaron como la crisis de la deuda, porque el principal componente del declive económico fue la reestructuración crediticia de los países que habían contraído enormes cantidades de deuda por parte de gobiernos populistas. En , las administraciones de Echeverría y López Portillo fueron las que endeudaron al país de manera irracional.

En esta nueva década, se avecina otra crisis, pero diferente. Se trata de la primera recesión generada intencionalmente. Con el fin de contener el coronavirus, los países decretaron el aislamiento social, produciendo una caída de la oferta y demanda agregadas.

Esta nueva crisis va para largo y será global. Su principal característica será un incremento brutal del desempleo.

Estamos frente a una crisis del empleo.

Los números son de terror. En , el mercado al que México exporta más productos, 36.5 millones de personas han perdido su empleo en tan sólo ocho semanas. No hay un precedente de una caída tan profunda en tan poco tiempo.

En febrero de este año, la tasa de desempleo en los Estados Unidos era de 3.5 por ciento de la población económicamente activa. Para finales de abril, ese número ya estaba en 14.7 por ciento. Goldman Sachs calcula que dicha tasa alcanzará el 25 por ciento en algún momento de este año. Uno de cada cuatro estadunidenses no tendrá trabajo. La cifra es similar a la de 1933, la máxima registrada durante la Gran Depresión.

En México, donde es más costoso y difícil despedir a empleados formales (los registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social), los números también son de horror. En abril se perdieron 555 mil empleos. Los datos del Instituto Mexicano del Seguro Social apuntan a que hubo más despidos de trabajadores con menores ingresos.

Y aquí sólo estamos hablando de empleos formales. Habría que agregar los informales. Según el Inegi, alrededor de seis de cada diez trabajadores laboran en la informalidad. Si se perdieron en la misma proporción que los formales, se habrían perdido unos 832 mil empleos informales durante abril, llevando el total de plazas perdidas a un millón 387 mil.

A diferencia de EU, en México la llegó más tarde, por lo que, con toda seguridad, esta tendencia negativa continuará. Agrupaciones empresariales pronostican una pérdida de un millón a un millón y medio de empleos formales por el confinamiento del coronavirus. Agregando a los informales, tendríamos una destrucción de hasta dos millones 250 mil puestos de trabajo.

Y no nos hagamos ilusiones: la crisis del empleo va a ser prolongada por cuatro razones.

Primero, porque, bien a bien, no se sabe cuándo va a terminar el confinamiento por el coronavirus. Todos los países quieren ya abrir sus economías, pero no saben cómo hacerlo sin causar un rebrote que vuelva a saturar los sistemas sanitarios. En este sentido, habrá un lento proceso de “prueba-error” en la reactivación económica. Seamos realistas. Quitémonos la ilusión de que, pronto, vamos a regresar a la situación anterior a la epidemia.

Segundo, la pandemia va a cambiar las preferencias del consumidor. Pienso, por ejemplo, en uno de los sectores que más genera empleo en el mundo: el turismo. La gente va a ser mucho más cautelosa. No se animará a quedarse en un hotel todo incluido o visitar un parque de entretenimiento por el temor a contagiarse.

Tercero, en cuanto termine la emergencia, muchos intentarán emplearse en sus antiguas empresas y encontrarán que quebraron. De acuerdo a las cifras del IMSS, en México, durante abril, desaparecieron seis mil 689 patrones con respecto a marzo. En Estados Unidos, la aplicación de reservaciones OpenTable calcula que el 25% de los restaurantes en ese país no volverán a abrir por la crisis del .

Cuarto, debido al confinamiento, muchas empresas se están volviendo más productivas que antes. Ya se dieron cuenta que pueden hacer lo mismo con menos trabajadores. En cuanto termine la emergencia, no volverán a emplear el mismo número de personal.

A estas cuatro razones hay que sumar el cambio estructural de la robotización y la inteligencia artificial que ya estaba reduciendo el número de trabajadores en diversas actividades económicas.

En conclusión, está comenzando una aguda “crisis de empleo” en todo el mundo.

Y México no será la excepción.

Para sobrevivir, el capitalismo deberá encontrar soluciones a fin de tener mucha gente sin trabajo, pero recibiendo algún ingreso para vivir y evitar un conflicto social.

 

Twitter: @leozuckermann

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