La entre mis manos.

Siempre es un aliciente saber qué si no tenemos consciencia cierta de lo que queremos, cuando menos estamos seguros de qué es lo que no queremos. A veces tratamos de inventar nuestro futuro; no obstante, estamos convencidos de qué lo que hagamos por y para nosotros requerirá un esfuerzo especial, cuyo precio no todos estamos dispuestos a pagar.

Basta recordar que en la escuela era quizás cumplir con una tarea o alcanzar una calificación, más tarde era realizar una presentación acorde a las expectativas de los superiores y quizás, la más difícil era lograr ese “algo” extraordinario para lograr el resultado deseado que no siempre estaba en nuestras manos.

Es decir, salvo contadas ocasiones, nosotros teníamos a cargo el control de la situación y perseguíamos las cosas para que se nos dieran a nuestro favor; los imponderables eran reducidos al máximo para que no se presentaran.

La Batalla del Emprendedor.

Cuando empezamos a trabajar para nosotros buscamos que se sigan dando en lo posible variantes que podamos controlar; de tal manera que es poca la exposición al peligro que enfrentemos.

Si bien buscamos planear todos los escenarios, éstos usualmente no vienen solos; de hecho, en la mayoría de los casos se presentan con acciones que ni siquiera imaginamos.

Es en estos momentos que surgen inquietudes que nos sacan del estado de seguridad o conformidad con el que iniciamos y es cuando realmente reflexionamos sobre si estábamos realmente preparados para nuestro emprendimiento. Dudar sobre lo que hacemos o lo que somos no es malo, lo catastrófico es quedarnos en ese estado de duda.

 

… ¿Quién dijo miedo?

… Y de repente, todo cambia. La seguridad con la que empezamos apenas se vislumbra en lo que ahora somos. Hay una sensación distinta que nos invade; es probable que siempre haya existido y nunca nos hayamos percatado o bien, recién la hayamos descubierto, pero es útil nombrarla: Miedo.

Y el Miedo es algo que llega para quedarse; no nos hace más fuertes, pero si nos hace por mucho más humanos. El Miedo entra por la puerta y tal pareciera que la suma de todas nuestras seguridades escapa por la ventana.

De repente recordamos todas las frases motivacionales que leímos en libros y revistas o bien, nos llenaron de ilusión en las películas: “El cobarde vive hasta que el valiente quiere” o “Sólo el cobarde muere dos veces”; pero lo cierto es que ya está presente en nuestro emprendimiento.

La Suma de todos los Miedos.

Las preguntas de “… ¿Y por qué yo? o ¿Por qué a mí? …” se vuelven tan frecuentes como inútiles. Las situaciones extraordinarias que no contemplamos o simplemente se presentaron ya hicieron acto de presencia; depende de nosotros como afrontarlas.

Tal pareciera que de repente nos invaden mil inseguridades y dan como resultado la suma de todos los miedos que hayamos imaginado. La expresión “… y si” se vuelve un ejercicio de destreza para nuestras mentes atribuladas.

El mejor análisis que podamos hacer de las situaciones, la determinación de los alcances de cada problema y la toma de decisiones encaminadas a lograr el mejor resultado para el emprendimiento sin duda serán las acciones más adecuadas que podremos hacer frente al problema y al intentarlas, nos daremos cuenta de que el Miedo sigue ahí, sólo que ya hemos aprendido a llevarlo con nosotros.

¿Fácil o … dificilísimo

La verdad es que a cada uno de nosotros nos resultará muy difícil expresar que tan complicado es calificar el miedo en nuestras vidas; de hecho, muchos de nosotros no hemos podido hacerlo en todas las ocasiones que en nuestra vida se ha presentado. De ahí que haya resultados tan poco satisfactorios al buscar respuestas positivas para esta pregunta.

No obstante, por cada vez que logramos enfrentar el miedo, superarlo o llevarlo en nuestro viaje es cuando encontramos un resultado positivo para nuestro emprendimiento que curiosamente, no necesariamente implica su continuidad. Con el tiempo podemos aprender a sentir satisfacción de enfrentarnos al Miedo y saber que somos más fuertes de lo que pensamos, por nuestros méritos o por el hecho de haber logrado conjuntar un adecuado equipo de trabajo. Es decir, podemos o no lograr los resultados, pero sí tenemos la convicción de volver a intentarlo.

Las estadísticas son claras al mostrar la gran mortandad de emprendimientos económicos que hay en Latinoamérica; nadie sabe a ciencia cierta si es por falta de habilidades personales, apoyos de terceros o políticas de Estado. Lo cierto es que la falla en los a menudo se convierte en frustraciones y temores insuperables entre los que intentaron emprender sin éxito; siendo la excepción aquellos que se encuentran convencidos de volver a intentarlo buscando otras fórmulas. No es repetir el error al emprender, es analizar y probar cómo no repetir el resultado.

La satisfacción del sueño logrado.

Es curioso, pero no sabemos la razón por la cual en nuestros países se pondera más al que al éxito. Tal pareciera que aplaudimos más como sociedad el hecho de que fallen los emprendedores que a los que logran lo que se proponen. Quizás la carencia de éxitos de algunos disfrace más el nivel de conformismo, formación o que tenemos.

Sin embargo, cada vez que alguien logra lo que se propone o bien, se levanta para intentar de una manera distinta obtener un resultado favorable, genera una sensación de que puede encender a una comunidad y ahí puede radicar el éxito de la misma.

Por cada vez que alguien logra un resultado favorable, la gente emprendedora encuentra alivio. Nos da un sueño a realizar y, sobre todo, nos hace ver que es posible alcanzar lo que deseamos. Siempre he pensado que los emprendedores al despertar nos repetimos esta idea: “Nos motiva pensar que son tantos los fracasos que hemos tenido que sólo nos queda triunfar”.

Motivarme a través de mis Miedos y Fracasos.

Suponer que la mente del emprendedor es superior al resto de las personas es faltar al respeto de la humanidad y como consecuencia, partir de un error. Todos tenemos habilidades similares, mismas que serán utilizadas de conformidad con los objetivos, esfuerzo y compromiso de cada uno.

No obstante, una vez que una persona se decide a llevar a cabo un emprendimiento propio; despertará cualidades distintas al resto y las irá perfilando para sus propósitos. De no tomar las acciones adecuadas frente a las circunstancias que se presenten, podrá afrontar temores y como consecuencia de ellos, traerle resultados distintos a los deseados que sean tan negativos para sus planes, que puedan hacer que desista de intentarlos o bien, lo lleve a una reflexión y a un nuevo actuar.

Sólo quien aprende a lidiar con sus temores y asumir acciones que lo lleven a lograr su emprendimiento y consolidar su empresa podrá saber que también los Miedos y Fracasos pueden convertirse en métodos eficaces para Motivarse. … ¡Vivir con Miedo es Emprender y ver en cada fracaso una nueva oportunidad de intentarlo! … ¡La Actitud que cada emprendedor asuma de su realidad será el detonante para consolidar sus Sueños!

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