Bajo una óptica reactiva, y de aprendizaje para la humanidad, la crisis del coronavirus contiene lecciones fundamentales que puede ayudarnos a abordar el , si planeamos de manera integral la recuperación económica y ambiental, para que sea la base de nuestra planeación de la recuperación. A raíz de la que se extendió por todo el mundo, amenazando vidas y medios de sostenimiento a un ritmo alarmante.

En tan solo 1 año, el coronavirus ha cambiado las condiciones como opera el mundo en muchos sentidos, desde movilidad hasta retar la presencia física de muchas actividades personales y profesionales.

En medio de este huracán es fácil olvidar que hace tan solo hace un año el debate sobre el cambio climático, y los impactos socioeconómicos que genera estaban cobrando más impulso. La sostenibilidad estaba tomando mayor relevancia en la agenda de muchos líderes del sector público y privado. Por lo que no podemos darnos el lujo de perder el ritmo que se llevaba.

La acción climática no solo sigue siendo crítica durante la próxima década, sino que las en infraestructura verde, y renovable son indispensables para la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono, que a su vez también puede impulsar una importante creación de empleo a corto plazo, apoyando a la resiliencia económica y ambiental de la humanidad y el planeta.

Entender las semejanzas, diferencias, y conexiones entre las pandemias y el riesgo climático es esencial si queremos implementar prácticas que nos lleven a acciones coordinadas. Las dos son similares en el sentido de que ambos representan alteraciones físicas, que luego se vuelven en una multiplicidad de golpes socioeconómicos. Los dos son exponenciales en riesgo, ya que resaltan y agravan las debilidades en los sistemas financieros, políticos, salud y económicos. Ambos también son regresivos, ya que afectan de manera desmedida a las poblaciones más frágiles del mundo.

Ni las pandemias ni los peligros climáticos pueden enfrentarse sin una verdadera coordinación multisectorial con una escala global. En estos no puede y debe haber frontera. Las pandemias son un caso de riesgo de contagio, mientras que las amenazas climáticas presentan un caso de riesgo de acumulación, la cual constituye la mayor amenaza medioambiental a la que se enfrenta la humanidad, y estamos viendo los impactos económicos y sociales, que serán cada vez más graves, tales como; daños en las cosechas y en la producción alimentaria, las sequías, los riesgos en la salud, fenómenos meteorológicos extremos e incendios devastadores.

Seguimos con el chip de pensar en el siguiente compromiso, el próximo mes. Pero el siguiente gran reto es empezar a planear y actuar a largo plazo. Solo en los próximos dos siglos, nacerán decenas de miles de millones de personas, que tendrán una huella e impacto en el único planeta que tenemos, donde ya está comprobado que el cambio climático es una realidad que ya va a tener implicaciones inevitables, pero aún podemos minimizar sus consecuencias más severas.

Es clave empezar en casa y tomar acciones sobre tu consumo personal, o por empresa. Por ejemplo, de energía, adoptando sencillas medidas de eficiencia energética en tu casa ahorrarás dinero y contribuirás en la lucha contra el cambio climático, pero lo relevante es que todos los sectores se sumen y adopten políticas y prácticas sostenibles. Recordemos que hacer realidad una economía sostenible, es necesaria la participación de todos los sectores, bajo un esfuerzo multisectorial consistente por décadas, esto no puede ser una moda, tiene que ser nuestro modelo de vida de nuestra nueva realidad después de la pandemia.

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