Durante su campaña presidencial, López Obrador prometió cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM). Después de que ganó las elecciones, anunció una consulta el 28 de octubre para que “el pueblo” decida sobre el futuro de este proyecto. Se trata de una estratagema para que el próximo Presidente salve cara.
La decisión, creo, ya está tomada: Incumplir con la promesa de campaña y seguir la construcción del NAIM en Texcoco. ¿Por qué? Primero, por las alternativas que están sobre la mesa. La primera es la continuación del NAIM. La segunda es cancelarlo, hundir alrededor de cien mil millones de pesos en costos y construir un nuevo aeropuerto en la Base Militar de Santa Lucía que conviva con el actual aeródromo Benito Juárez de la Ciudad de México. Pero esta segunda alternativa es, en realidad, una “no opción”. Para empezar, está basada en especulaciones. Existe una maqueta con un primer presupuesto que no parece realista. Lo más importante de todo es que los especialistas técnicos han dicho que en el espacio aéreo del Valle de México no caben dos aeropuertos. O sí caben, pero habría que espaciar las operaciones de despegue-aterrizaje entre los dos aeródromos, es decir, no se ganaría mucho en términos de expansión de las operaciones cuando precisamente se requiere eso.
No por nada, todas las asociaciones profesionales de ingenieros, las cámaras relacionadas con el tema (industria aérea, turismo, comercio, etcétera) están a favor de seguir el proyecto de Texcoco. En cambio, a favor de la “no opción” están algunos ambientalistas, pobladores de San Salvador Atenco y empresarios con conflictos de interés como Riobóo. Están, desde luego, en su derecho de insistir por una “no opción”.
Si la combinación de Santa Lucía-Benito Juárez no es viable, hay quienes han dicho que se debería cancelar Texcoco y revivir la idea de construir un nuevo aeropuerto en Tizayuca. A lo mejor sería lo más conveniente, pero esa alternativa ni está sobre la mesa ni será parte de la consulta popular. Por tanto, si le van a ir a preguntar a la gente entre una “opción” y una “no opción”, pues ya sabemos cuál va a ganar: La única opción real. (Esto no quiere decir, por supuesto, que el nuevo gobierno de AMLO no tenga que revisar con lupa todos los contratos para detectar si hubo o no actos de corrupción en la que será la obra de infraestructura más costosa de la historia del país).
Entonces, ¿para qué tanto brinco si el piso está ya parejo? Por una razón: AMLOnecesita salvar la cara. Se trata de una situación incómoda para el Presidente electo. En su campaña, prometió cancelar Texcoco. Ahora necesita una explicación para preservar su dignidad y decoro frente a lo que, a todas luces, era una mala propuesta. Para tal efecto, se inventó lo de la consulta popular. De esta forma, podrá decir que él no reculó, sino que fue el pueblo, siempre sabio, el que decidió seguir adelante con el NAIM. Además, si en el futuro algo malo pasa con el nuevo aeropuerto, podrá argumentar que él se oponía y se echó para atrás por mandato ciudadano. Estamos hablando, en suma, de puro argüende para salvar la cara.
Hay lopezobradoristas que han utilizado este tema para argumentar que, en realidad, lo que estamos viendo es una nueva manera de tomar decisiones consultando a la ciudadanía. Yo no me lo creo. Para empezar, no habrá consultas sobre dos proyectos donde el sector público invertirá miles de millones de pesos durante el sexenio de AMLO: Una nueva refinería en Tabasco y el Tren Maya. Ambas son peores inversiones que el NAIM. Los defensores del próximo gobierno dicen que eso no se consultará porque fue parte de la plataforma electoral de López Obrador que ganó en las urnas. Vamos a dar por bueno el argumento. Ahora pregunto sobre el tren que está construyendo el actual gobierno de Peñaque va de México a Toluca. Se trata de un desastre financiero, ambiental y de construcción al que, para terminarlo, habrá que seguirle inyectando más dinero durante el próximo sexenio. Este fin de semana, AMLO dijo que dicha obra continuará. Ah caray, ¿y por qué no se lo consulta a la ciudadanía? ¿Por qué sí el NAIM de Texcoco y no el tren México-Toluca? ¿Con qué criterio AMLO decidirá someter a consulta pública proyectos de inversión y de políticas públicas? Si nos atenemos a los hechos, con uno solo: Cuando políticamente le convenga al próximo Presidente. Ya sabrá usted, entonces, si participa o no en todo este argüende de la consulta popular aeroportuaria diseñada para salvarle la cara a AMLO. Yo, no, porque detesto las simulaciones que se inventan los políticos para no hacerse responsables de sus decisiones.
Twitter: @leozuckermann