No recuerdo una relación tan mala de con el Presidente de como la actual. Lo más frío que me había tocado observar fue en la época de Ronald Reagan,  cuando llegó un embajador que era como chivo en cristalería, John Gavin, y se tensaron las relaciones por la Revolución Sandinista en Nicaragua. Este primer año de  como Presidente, sin embargo, ha batido todos los récords de un pésimo trato con México. Subrayo que estoy hablando de sólo el Presidente porque, en la cotidianidad, la relación de las dos naciones ha seguido su curso normal. Trump, de hecho, no ha quitado a la embajadora nombrada por su predecesor, Barack ObamaRoberta Jacobson, una experimentada funcionaria de carrera del Departamento de Estado, muy identificada con Hillary Clinton, quien sigue ejerciendo este cargo con la eficacia que la caracteriza.

Pero, indudablemente, la relación de nuestro con el Presidente de Estados Unidos es muy mala. No podía ser de manera distinta.

Desde el día uno de su campaña presidencial, Trump atacó a México, convirtiéndolo en tema electoral con sus promesas de construir un muro fronterizo entre las dos naciones que absurdamente pagaríamos nosotros, deportar masivamente a inmigrantes indocumentados (la gran mayoría de ellos mexicanos) y sacar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Desde el día uno de su Presidencia, Trump la agarró en contra de México. Horas después de su toma de posesión, en la Casa Blanca se negociaba la visita del presidente Peña a Estados Unidos. Sería el primer jefe de Estado que se reuniría con el nuevo mandatario estadunidense. El canciller Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se encontraban en Washington gestionando la visita. Los mexicanos se reunieron con el yerno del Presidente, Jared Kushner, y el jefe de la oficina de la Presidencia, Reince PriebusKushner le informó a su suegro que todo estaba listo para el viaje de PeñaTrump, sin embargo, tuiteó que si México no pagaba por el muro fronterizo, sería mejor cancelar la reunión con el Presidente mexicano. Ni tardo ni perezoso, Peña hizo exactamente eso: suspender su visita.

A lo largo de su primer año en el poder, Trump se ha reunido con muchos jefes de gobierno en Washington. No así con el del país vecino del sur.

En su libro, Fire and Fury: Inside the Trump White HouseMichael Wolff cuenta cómo Kushner se convirtió en el interlocutor de su suegro con China, México, Canadá y Arabia Saudita. A todos estos países, el yerno les dio una oportunidad de quedar bien con el nuevo Presidente y calmar, así, sus ánimos. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, fue a sonreír y morderse la lengua a la Casa Blanca. “El truco funcionó: Canadá rápidamente se convirtió en el mejor amigo de Trump”. Xi Jinping fue a visitar el hotel del Presidente en Mar-a-Lago, Florida, con toda la intención de halagar a Trump. “Rápidamente se dieron cuenta que si lo halagaban, él los halagaba de regreso”. Pero fueron los sauditas los que se volaron la barda al organizarle una visita a su país, donde hasta lo sentaron en un trono. Trump, simplemente, los adoró.

En cuanto a los mexicanos, Wolff afirma que “perdieron su oportunidad” de ganarse a Trump. Según el autor, el Presidente quería que Peña aceptara en público que México pagaría por el muro, aunque fuera una mentira o simulación. Peña, sin embargo, se negó. Wolff lo lamenta. Lo que no entiende es que no había otra opción. Cualquier insinuación, por más mentira que fuera, de que México pagaría por el muro hubiera significado un suicidio político por parte de Peña.

México perdió la oportunidad de halagar al emperador. Era imposible hacerlo por una cuestión de dignidad mínima y pragmatismo político. De ahí en adelante nos quedamos en la muy incómoda situación de enfrentar a un Presidente que regularmente ataca la imagen y los intereses mexicanos.

No hay duda, para México ha sido un mal año el primero del cavernícola en la Casa Blanca. Aunque EU no ha construido el muro, la oposición demócrata en el ya está dispuesta a dar los fondos para erigirlo. En el tema migratorio, los arrestos de indocumentados mexicanos han crecido durante el gobierno de Trump. Y lo han hecho tierra adentro, es decir, en estados lejanos a la frontera donde nuestros paisanos llevan muchos años viviendo. Miles están a la espera de ser deportados. Por último, desde el 20 de enero de 2017, la economía mexicana está en vilo por el desenlace del TLCAN. Hoy, de acuerdo con los expertos, hay un 20% de probabilidad de que Trump saque a su país del Tratado. Es un porcentaje bajo, pero lo suficientemente alto como para tener a la economía nacional en un estado de incertidumbre.

              

  Twitter: @leozuckermann

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