De acuerdo con las encuestas, son pocos los mexicanos que le creen al de Peña, sobre todo en el tema que más lo ha afectado a lo largo del sexenio: la . Después del escándalo de la Casa Blanca, y cómo Los Pinos manejó este asunto, quedó la percepción generalizada de que tenemos un gobierno deshonesto. Desde entonces, sobran ejemplos de la falta de credibilidad gubernamental. Ahora tenemos uno nuevo.

Después de los sismos del 7 y 19 de septiembre, el gobierno de Peña decidió repartir a la población afectada tarjetas bancarias para, por un lado, comprar productos de necesidad básica y, por el otro, comenzar la reconstrucción de las viviendas. El asunto era particularmente importante en las regiones más pobres del país afectadas por los movimientos telúricos: Oaxaca y Chiapas.

El Presidente instruyó que se repartieran a las víctimas recursos del Fondo de Desastres Naturales. Para tal efecto, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano levantó un censo de damnificados que le entregó al Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi). Esta institución bancaria, propiedad del gobierno, tiene como propósito promover el ahorro y crédito para los más pobres del país. Su director actual es Virgilio Andrade, exconsejero del IFE, pero más conocido por su lamentable actuación como secretario de la Función Pública, encargado de investigar y exonerar al Presidente y su esposa por el sospechoso financiamiento de una lujosa mansión en las Lomas de Chapultepec.

Por la misión de Bansefi, supongo que resultaba lógico que esta institución entregara las tarjetas de débito (para disponer de efectivo en compras de urgencia) y monederos electrónicos (para reconstruir viviendas) a los damnificados. Pero a nadie se le ocurrió pensar que, en caso de que hubiera cualquier problema operativo, Andrade tendría que salir a dar la cara. Estamos hablando de un personaje con poca, si no es que nula, credibilidad en materia de honestidad gubernamental.

Pues resulta que eso efectivamente ocurrió. Gracias a una investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), nos enteramos que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) encontró irregularidades en el programa de tarjetas para los damnificados de los sismos. “Según la pesquisa, Bansefi emitió múltiples tarjetas a nombre de mil 495 beneficiarios. La autoridad bancaria documentó que a esos plásticos se depositaron 68.8 millones de pesos. MCCI contactó a damnificados, cuyos nombres aparecen en 34, 26, 18, 16 y hasta 14 tarjetas. Entre ellos, hay quienes ni siquiera recibieron una tarjeta”.

El reporte de Thelma Gómez Miriam Castillo, en el sitio de MCCI, es impecable e implacable, como suelen ser las investigaciones de esa organización presidida por Claudio X. González Guajardo y dirigida por María Amparo Casar. Se presentan varios casos de damnificados cuyos nombres aparecen en muchas tarjetas; ellos sólo han recibido una, incluso ninguna. Ahí está Reynaldo Molina Espinoza, de una pobre comunidad chiapaneca, cuyo “nombre aparece en 34 tarjetas, a las cuales se les depositó un total de 510 mil pesos”. Sin embargo, este campesino afirma haber recibido sólo una.

De acuerdo a la pesquisa de la CNBV, “Bansefi emitió cuatro mil 574 tarjetas para mil 495 beneficiarios; es decir, se hicieron tres mil 79 plásticos de más”. ¿Qué pasó? ¿Dónde está el dinero de tantas tarjetas duplicadas?

Ayer escuchaba a Virgilio Andrade en el noticiero de Pepe Cárdenas. El director de Bansefi aseguraba que, efectivamente, hay una investigación en curso por parte de la CNBV, pero que no existía fraude ni transa ni desvío alguno. Admitió errores en la operación debido a la premura en que se tuvo que armar el programa, pero sostuvo que se estaban corrigiendo y aclarando. Invitó a MCCI a conocer el programa, las operaciones y el destino del dinero. Varias veces repitió que no había fraude alguno y que se puede verificar que los recursos de las tarjetas duplicadas siguen en el banco. Informó que se han utilizado cuatro mil 495 millones de pesos en las reconstrucción y mil 609 millones en la distribución de dinero en cajeros. “Cualquier interesado lo puede ver, las puertas están abiertas”, remató Andrade.

Me pareció una buena y sensata explicación. El problema es que Andrade, por su papel de tapadera en el escándalo de la Casa Blanca, carece de credibilidad. Desgraciadamente para el gobierno, el mensajero no es el adecuado para resolver las dudas. Otro ejemplo más de que la pérdida de credibilidad en el pasado sí cuesta en el futuro.

                Twitter: @leozuckermann

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