En noviembre de 1992 miles (¿millones?) de espectadores del programa Dateline de la influyente cadena norteamericana NBC vieron un contundente reporte que podría salvarles la vida. La nota evidenciaba a un gigante automotriz, General Motors, estableciendo que en caso de un impacto lateral, sus camionetas pick-up se incendiaban. Para filmar la prueba, NBC se asesoró de expertos (dicho por ellos) y contrató a un tal Institute for Safety Analysis. Las imágenes convencen: un auto acelera para impactar a una camioneta que está cruzada en el camino. Antes del impacto hay un corte a una prueba en la fábrica de GM, la conductora dice: «a diferencia de las pruebas que hace GM, el auto fue abastecido con gasolina de verdad»; regresamos a la escena de la prueba de NBC, viene el impacto y una explosión, mucho fuego. La imagen es repetida en cámara lenta, se exponen más detalles técnicos. Para el espectador no hay duda: las camionetas GM son un peligro mortal.

Un bombero que estuvo en la filmación contactó después a GM. La corporación demandó a NBC, ¿la razón?, la cadena noticiosa había puesto artefactos incendiarios debajo de la camioneta para asegurarse que hubiera llamas en caso de un derrame de combustible. En febrero 9 de 1993 los conductores de Dateline hicieron un inédito mea culpa (seguramente consecuencia del acuerdo legal) en la que aceptan que cometieron un error y que debieron haber informado a los televidentes de los artefactos incendiarios.

Cuando los medios informativos pierden su objetividad se convierten en enemigos del interés común. En , periódicos, cadenas de radio y televisión han construido una gran dependencia financiera en la publicidad del , lo que alimenta un potencial conflicto de interés. El ex presidente José López Portillo reclamó sin rubor: «no pago para que me peguen».

Cognitivamente hablando, la percepción es la realidad. Lo saben los políticos y lo saben sus publicistas. ¿Para qué molestarse en cambiar la incómoda realidad cuando se puede fabricar la percepción? Por eso una prensa independiente es un contrapeso del mal gobierno, su papel no es atender a un cliente más (o a su mejor cliente, en el peor de los casos) sino tener la incómoda mirada en las acciones del gobernante.

Una prensa fuerte, independiente, es el mejor aliado de la sociedad. Imagina que contratas un servicio de vigilancia en tu casa o tu empresa, te reportarán cualquier incidente y te darán acceso a imágenes en tiempo real para que tú estés tranquilo. Ahora imagina que te proyectan imágenes alteradas donde, como en las clásicas películas del robo del siglo, alguien muestra una escena donde no sucede nada, pero en la realidad te están robando. Los gobernantes que pagan a los medios para fabricar noticias, ocultar otras, atacar a sus oponentes, equivalen a los delincuentes, y claro, los medios que se prestan para ello son sus cómplices.

Sigue el dinero, dicen los detectives con oficio. En México hay que ver hacia qué medios va la publicidad gubernamental para por lo menos sospechar de parcialidad informativa. Recientemente El Universal, uno de los medios más favorecidos con publicidad del gobierno, atacó con marcada rabia a Ricardo Anaya (quien a mi juicio logró defenderse bien por medios legales). ¿Reportaje de investigación o fabricación de la realidad, casualidad o consigna? En México la realidad se ha vuelto un producto de consumo, se construye a billetazos.

«¿Por qué el perro mueve la cola? Porque el perro es más inteligente que su cola. Si la cola fuera más inteligente, movería al perro», se lee al inicio de la cinta de 1997 Wag the Dog, que reseña cuán fácil es influenciar la percepción pública para desviar la atención a conveniencia de un presidente norteamericano.

La agitación electoral del 2018 es presagio de incontables fabricaciones por venir. La sociedad mexicana no sólo enfrenta la incertidumbre tradicional del último año de gobierno, la inseguridad cada vez más habitual, la violencia del narco y sus delitos derivados, también enfrenta la traición de los medios vendidos. Que en el 2018 la cola no mueva al perro, que gane el genuino periodismo de investigación.

Lo malo de la percepción es que tarde o temprano la alcanza la realidad.

@eduardo_caccia

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