Hoy, en , tenemos un Presidente muy poderoso, como hace mucho no lo teníamos. Cuenta con una gran popularidad entre la opinión pública. Tiene una cómoda mayoría en el . Con un poco de operación política, puede conseguir los votos en la Cámara de Diputados, el Senado y los congresos locales para reformar la . Está en el proceso de controlar las decisiones en la Suprema Corte de Justicia. La gran mayoría de los gobiernos locales ha optado por llevar la fiesta en paz con él. A los órganos autónomos del Estado los está desmantelando. Le vale un pepino la opinión de los organismos de la sociedad civil sobre su agenda. Muchos medios han renunciado a criticarlo. Por donde se vea, Andrés Manuel López Obrador está muy fuerte. Pero sigue teniendo un punto vulnerable, su talón de Aquiles: la .

Héctor Aguilar Camín argumenta, con razón, que hoy existe una mayoría soñadora y una minoría atemorizada. La mayoría cree en el mensaje esperanzador de Andrés Manuel López Obrador, le da el beneficio de la duda y lo apoya. La minoría, en cambio, tiene “cautela y aún el miedo que genera la falta de límites del nuevo ”.

Una de esas minoría son los capitalistas nacionales y extranjeros. Andrés Manuel López Obrador los necesita. Cualquier estudiante de primer semestre sabe que una economía no crece si no hay inversión, pública y privada. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no tiene los recursos para que el sector público, de repente, invierta más. Tampoco está en una situación donde pueda endeudarse para dicho propósito. Requiere, entonces, de los capitales privados a fin de que estos inviertan, la economía crezca más y se generen empleos.

Pero Andrés Manuel López Obrador no ha logrado convencer a los capitalistas. La cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco generó dudas. ¿Un gobierno dispuesto a suspender una obra económicamente rentable para mandar un mensaje político? Luego vino una serie de anuncios erráticos por parte de la coalición gobernante, como la de legislar para bajar las comisiones bancarias. Más dudas. Después, el desabasto de gasolinas, supuestamente por la guerra en contra del robo de combustibles, que afectó sobre todo al Bajío, una de las regiones más productivas del país. Súmense las huelgas en las maquiladoras de Matamoros que empiezan a multiplicarse en otros sectores y ciudades de la frontera norte. Agréguense las multimillonarias pérdidas económicas por los bloqueos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación  (CNTE) a las vías férreas en Michoacán y la postura de Andrés Manuel López Obrador de no aplicar la ley, como es su obligación, para desalojar las vías federales.

Con un panorama así, ¿dan ganas de invertir en México?

Pues depende de los rendimientos. En el capitalismo hay una regla de oro: a mayor riesgo, mayor rendimiento. Los capitalistas sí van a invertir en México, pero van a demandar más ganancias.

Ya lo estamos viendo en los rendimientos que pagan los bonos mexicanos denominados en dólares versus los de Estados Unidos: dan un 70% más. Ése es el riesgo de invertir en nuestro país. Pero, ojo, eso es en los mercados financieros. Lo más importante es atraer capitales dispuestos a invertir directamente en fábricas, construcciones y tiendas. Ése es el capital que debe interesarnos porque es el que genera mayor crecimiento económico. Pero resulta que los empresarios tienen que ganar más de lo que ganarían en el mercado de los bonos. Si un comercio en México tiene, por ejemplo, una utilidad menor de 4.6% al año en dólares, pues le conviene al empresario cerrar su tienda, meter su dinero a un bono gubernamental de México y tirarse en la playa a ver cómo se multiplica su capital.

El Índice de Confianza Empresarial del mide si los empresarios consideran que es el “momento adecuado para invertir” en México. En el reporte de enero de 2019, esta variable ha estado por debajo de 0.5, es decir, con una perspectiva negativa, por 134 meses seguidos en la industria manufacturera, 92 meses en la construcción y también 92 en el comercio. El apetito por invertir en México no ha tenido un repunte ni con la elección de julio ni con la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador  en diciembre.

López Obrador  no ha convencido a los capitalistas de invertir más de su dinero en México. No se va a cumplir, por tanto, su promesa de crecimiento económico de 4% anual en 2019. En este sentido, la economía se está convirtiendo en el talón de Aquiles de un presidente muy fuerte. Ni siquiera vamos a crecer al maldito 2% de los años neoliberales que tanto detesta Andrés Manuel López Obrador. De hecho, ya hay signos de una económica para este año. De eso hablaré mañana, así como de las posibles consecuencias para el ambicioso proyecto de .

Twitter: @leozuckermann

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