En cuestión de indicadores económicos, no hay mayor motivo para ser optimista en el año 2020, ya que el contexto es muy poco favorable para y en general para cualquier nación del mundo. De hecho, el país tiene ya problemas importantes en su funcionamiento económico, sin esperar a lo que pueda ocurrir en el periodo que está por venir, señaló Jaime Estay Reyno, profesor investigador de la Facultad de de la BUAP.

“La situación actual de México es complicada; la actividad económica está creciendo poco. En octubre pasado, el Fondo Monetario Internacional entregó su informe “Perspectivas de la economía mundial”, y en ese momento le asignaban para 2019 un 0.4 de crecimiento; y dos semanas después el INEGI aparece asignando cifras todavía menores”, argumentó.

El doctor Estay Reyno, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), explicó que lo que ocurre hoy en el país, y en el mundo, tiene que ver con el deterioro económico que inició en 2008 y del cual la actividad en este rubro todavía no se recupera.

“Estamos en una situación de deterioro que ya lleva 11 años, desde que inició en 2008, dentro de con el mercado financiero, particularmente en el mercado hipotecario, mismo que estalló y se expandió al resto de la economía estadounidense, y afectó también a las restantes economías del mundo”.

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Al mismo tiempo, comentó, desde 2008 el comercio internacional funciona con tasas de crecimiento muy bajas, lo que ha impactado en el papel que históricamente tenía como la “locomotora” que sacaba adelante a las economías mundiales. Otro factor que influye de manera importante es la guerra comercial que sostienen Estados Unidos y China, y que no tiene visos de acabar pronto.

Jaime Estay Reyno aseveró que aunque la situación actual de la economía mexicana es de un crecimiento muy escaso o nulo, falta comprobar si las recientes medidas que anunció el federal para reactivar el gasto público producen un efecto positivo para impulsar al país.

“Las perspectivas no son halagüeñas porque la situación internacional tampoco lo es. No es solo el tema de la situación interna del funcionamiento económico, sino de las tendencias internacionales, que también apuntan hacia una disminución del crecimiento o incluso hacia un deterioro absoluto de la actividad económica”.

Desgraciadamente, remarcó, todo esto impacta a las personas de manera negativa. “Muchas veces -decían los gobiernos anteriores- la macroeconomía está bien, pero no se siente en el bolsillo de la gente; algo que era muy discutible porque nada está bien si no se siente en el bolsillo de la gente. Uno puede tener controlada la inflación o las finanzas públicas, pero si la gente no ve mejoras en la condición cotidiana de vida, nada de las otras cosas tiene algún significado”.

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