Astérix y Obélix se han quedado huérfanos. Sobre todo Obélix, el chouchou, el preferido, de Albert Uderzo, creador junto con René Goscinny de los dos galos más famosos de la historia y del planeta. El dibujante ha fallecido este martes en su casa en París, a los 92 años, de “una crisis cardiaca sin relación con el coronavirus”, se ha visto obligada a precisar su familia en estos tiempos de epidemia mundial.
Hacía casi una década que Uderzo (Fismes, Marne, 1927) entregó el destino de la aldea gala que había asumido en solitario tras la muerte del guionista y compañero de aventuras y cómics Goscinny en 1977 a Didier Conrad y Jean-Yves Ferri, autores de los últimos cuatro álbumes de Astérix. “Confiar Astérix me desgarró un poco”, reconoció a Le Parisien a finales de 2018, en una de las últimas entrevistas que concedió. No es de extrañar. El pequeño guerrero de rubios bigotes y su orondo amigo pelirrojo repartidor de menhires marcaron su vida durante más de seis décadas, desde que nacieron de sus lápices y de la mente de su amigo y guionista Goscinny una calurosa tarde de verano de 1959 en el salón de su vivienda social en Bobigny, en las afueras de París. Nadie entonces imaginaba que esos personajes publicados inicialmente en la revista Pilote traspasarían lenguas, culturas y generaciones, como lo demuestran los más de 380 millones de ejemplares vendidos en 111 idiomas y dialectos.
Las historias de Astérix y Obélix han vendido más de 380 millones de ejemplares en todo el mundo y han sido traducidas a 111 idiomas y dialectos
¿El secreto de su éxito? Ni él mismo estaba seguro. “Es como si me preguntan por la receta de la poción mágica”, bromeó Uderzo en el diario parisino. Astérix y Obélix es un cómic “transgeneracional, tiene un espíritu independiente. «Reconozco que jamás he conseguido explicarme este éxito. ¡Nunca pensé que duraría tanto. René Goscinny decía: ‘Parecemos idiotas que no saben lo que han fabricado’. Pero no habríamos logrado nada sin trabajo. El éxito es, ante todo, horas y horas de trabajo”, sentenció.
De eso sabía Uderzo un buen rato. Autodidacta y amante de los personajes de Walt Disney, desde muy pequeño este hijo de inmigrantes italianos supo que quería ser dibujante, aunque la Segunda Guerra Mundial retrasó sus planes. Sin embargo, tras el conflicto bélico, Uderzo se mete de lleno en el mundo del cómic y crea sus primeros personajes: Flamberge, Clopinard, Zartan o Belloy el Invulnerable…, que poco a poco van afinando su estilo hasta hacerlo inconfundible, especialmente esos héroes de nariz rechoncha y que parecen “inflados con helio”, como solía decir con cariño de sus creaciones, especialmente Obélix. Tras la guerra, Uderzo trabaja como dibujante para France Dimanche y también para dos agencias de prensa, World Press e International Press, donde se encontrará con otros futuros grandes nombres del cómic francés, como Jean-Michel Charlier o Victor Hubinon. En 1951 propicia también el encuentro con alguien que marcará su destino, René Goscinny. “Yo tengo 24 años, él 25 y queremos rehacer el mundo con toda la inconsciencia y toda la audacia de nuestra juventud”, escribió Uderzo en su autobiografía, publicada en 2008 bajo el título Albert Uderzo se cuenta.
Junto con Goscinny y otros compañeros fundará, ocho años más tarde, la revista Pilote. En la página 20 de su primer número, el 29 de octubre de 1959, aparecen las primeras viñetas de Las aventuras de Astérix el galo. El éxito de ventas, 300.000 ejemplares vendidos el primer día, era una promesa de lo que estaba por venir.
En 1977, sin embargo, llega el gran golpe, personal y profesional. Su compañero y amigo, Goscinny, muere a los 51 años durante una prueba de resistencia en un chequeo de salud. Tras el duelo, Uderzo toma una decisión que generó cierta polémica entre los fans que querían que la serie terminase pero que no le restó un ápice de su éxito comercial: asumir íntegramente —diseño y guion— la serie de Astérix, para lo que crea la editorial Albert René. El éxito ininterrumpido le acabó dando la razón. Solo la entrega 35, la primera sin ninguno de los creadores originales, vendió 5 millones de copias en Francia. En España toda la serie ha pasado de los 24 millones.
Al final, solo la edad pudo con sus ganas de seguir dibujando. “Ya no tengo la mano para ello y eso me aflige”, reconocía, según recuerda Le Monde. Aunque no pudiera dibujar más, tuvo, hasta el final, la última palabra sobre Astérix y Obélix. Una de las últimas ideas que validó Uderzo fue la del “malo” del penúltimo álbum de sus sucesores Ferri y Conrad. Era Coronavirus, el campeón de las carreras de carro romanas al que se enfrentaron Astérix y Obélix en “Astérix en Italia”. El auriga no pudo con los irreductibles galos. Tampoco ha sido el virus del mismo nombre —casualidades de la vida— el que ha acabado con el padre de los héroes de varias generaciones.