La niñez mexicana tiene una expectativa de llegar al 61% de su potencial laboral en la vida adulta, según el Índice de Capital Humano (ICH) 2020 del Banco Mundial (BM). Pero, como casi todo en estos momentos, falta medir el impacto de la covid-19.
El cierre de escuelas y las dificultades familiares por la pandemia afectarán su calidad de vida, de empleo y, en general, su desarrollo, advierte el organismo.
El estudio mide las condiciones que tienen las personas en 174 países para llegar a ser productivas en favor de sí mismas y de sus naciones. Al presentarlo, David Malpass, presidente del BM, dijo que la pandemia podría echar abajo los avances de la última década en educación y salud.
“Es un hecho que habrá un impacto. Lo que cuestionamos es qué tanto lo reduciremos a partir de políticas de Estado”, dice Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia en México (Redim). Y con la distribución presupuestal que plantea el gobierno federal se corre el riesgo de “cancelar los proyectos de vida” de estas generaciones, agrega.
Los resultados del ICH 2020 para México no varían mucho respecto al 2018. Al igual que en la medición anterior, ahora se le otorgó una calificación de 0.61 puntos. En ese entonces se le ubicó en el lugar 64 dentro de 104 países. Este año la lista incluye a 174 naciones y las que ya estaban presentaron casi los mismos avances; la posición de México en el nuevo ranking es la 61. Singapur, igual que en la edición pasada, ocupó el primer lugar con un puntaje de 0.88, donde el máximo es 1.
Entre los elementos que toma en cuenta el BM para construir el índice está la probabilidad de supervivencia hasta los 5 años. Tal como en el 2018, México obtuvo en este renglón una nota de 0.99 puntos. No obstante, el organismo internacional proyecta que las niñas y niños que nacieron en la pandemia o tienen menos de cinco años de edad su capital humano podría ser 1% más bajo.
La investigación fue realizada antes del brote del nuevo coronavirus. Pero la metodología permite hacer proyecciones, explica el BM. La interrupción en los sistemas de salud y la pérdida de ingresos familiares “se materializarán en aumento de la mortalidad infantil, desnutrición y retraso del crecimiento”, dice. Y como el crecimiento está “estrechamiento relacionado” con su aprendizaje, se corre el riesgo de retrasarlo “de forma duradera”.
Brechas de género y conectividad
El segundo elemento que mide el Banco Mundial para saber cómo le irá al capital humano de un país es la estimación de años de escolaridad. En el índice presentado en el 2019, en promedio, la población mexicana estudiaba 12.6 años. En este último reporte subió a 12.8 años.
El tercer aspecto muestra los años efectivos de aprendizaje. Los resultados de la edición anterior indican que, aunque cursen más de 12 años de escuela, las personas en este país aprenden el equivalente a 8.6 años. En el informe 2020 ese indicador incrementó a 8.8 años. El promedio mundial es de 7.8 años, pero la pandemia podría reducirlo a 7.3, estima el BM.
Es muy probable que hasta estos nimios avances se detengan y peor, que haya un retroceso, apunta Juan Martín Pérez. “Las niñas, niños y adolescentes no están siendo visibles en esta administración, que está expresamente negándose a reconocerles en la inversión púbica”.
Los recortes presupuestales que el Ejecutivo propone para el 2021 en el renglón de escuelas de tiempo completo, capacitación a docentes y gasto corriente para la educación pronostican “el eminente fracaso del sistema educativo mexicano”, sostiene. La respuesta a la crisis “va totalmente en contra” de lo que se ha recomendado.
Esto es, por ejemplo, aumentar la conectividad y reestructurar el sistema educativo, agrega. El activista recuerda que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha recomendado la entrega de un kit tecnológico: una tableta o una computadora con planes y acceso a internet y alfabetización digital. “Eso permitiría que desde el confinamiento no se conviertan en inforricos o infopobres”.
De acuerdo con el informe del organismo global, el componente de género trae una desventaja para las niñas. El Índice de Capital Humano para ellas es más alto, no sólo superan en años de escolaridad a los niños, sino en el aprendizaje durante ese tiempo. Pero en muchos casos no les ayudará mucho, pues según el cálculo del BM, la tasa de empleo para ellas es 20% menor a la de los niños.
Desempleo y deserción escolar
La esperanza de años de vida que les espera a las infancias es un aspecto fundamental a considerar en su futuro. Así que otro de los elementos que mide el ICH es la tasa de supervivencia de los adultos. En ese indicador hubo una ligera caída, en el reporte 2018 el puntaje obtenido fue 0.89 y el de este año es de 0.86.
Lo que le sucede a las personas adultas tiene repercusión en las niños y los niños, dice el defensor de los derechos de las infancias. Así que el desempleo es otro aspecto que les está afectando. La falta de ingresos en sus familias les impide tener dispositivos o internet para conectarse a las clases, por ejemplo.
Muchos tampoco pueden tener un espacio adecuado para estudiar, ya sea porque la casa es muy pequeña o porque tienen que acompañar a sus padres al lugar de trabajo. “Especialmente en el caso de las personas que trabajan en la informalidad”.
Esto también podría provocar que muchas niñas y niños tengan que trabajar para ayudar a la subsistencia de sus familias, que ya se están viendo afectadas en la alimentación. “Están comiendo menos y peor”. Otro riesgo es “que sean reclutados por grupos criminales, aprovechándose de sus necesidades económicas”, advierte. En ambos casos la deserción escolar está latente.
El aumento en el embarazo y uniones tempranas en la pandemia también es un peligro. “Las adolescentes son quienes se verán más afectadas, pues por el machismo que impera en el país es más probable que sean relegadas a las tareas de cuidado y domésticas y, con ello, dejen a un lado sus estudios”.
Una pensión o ayuda económica universal aliviaría en alguna medida todos estos problemas, dice Juan Martín Pérez. Antes de criminalizar y perseguir a una familia por verse en la necesidad de involucrar a sus hijas o hijos en la supervivencia de todos y todas, hay que proveerles de recursos. Proyectos como el Tren Maya no solucionan lo que están pasando, apunta.