En tiempos en los que el COVID-19 ha virtualmente aniquilado los viajes de negocios, la importancia de las rutas turísticas ha crecido todavía más de la que de por sí habían adquirido con la irrupción en el mercado de las aerolíneas de bajo costo, dejando atrás a las rutas que comunican a la capital de México con Guadalajara y Monterrey, por ejemplo. De esta manera nos resulta realmente difícil enterarnos de familiares o cercanos vuelen por razones de trabajo, no así de algunos que a lo largo de los últimos meses se han dirigido hacia esa Riviera Maya que con todo y sus altos índices de contagio no deja de ser imán para los muy valientes turistas tenochas que se dejan cautivar además por las tarifas ridículamente bajas que las aerolíneas están aplicando.
El problema es que, tal y como lo he constatado con varios cercanos, muchos de esos viajeros están convirtiendo a los vuelos desde y hacia Cancún y/o otros polos turísticos en devastadores vectores de propagación del coronavirus, toda vez que no solamente las aeronaves van abarrotadas, lo cual de por sí es un factor de riesgo en cualquier ruta, sino que además, llevan a bordo a verdaderos inconscientes, si es que no criminales, que sabedores que son portadores del virus se atreven a realizar el viaje, pensando que por usar un cubrebocas y pasar los controles de temperatura en los aeropuertos ya están haciendo suficiente para proteger a los demás pasajeros de la amenaza de enfermar.
Bastante preocupante resulta que alguien se atreva a afirmar que la imagen de un santito le protege del covid-19 o que simple y sencillamente el bicho es una invención de los poderosos para controlar al mundo, como para que personas contagiadas supuestamente “sensatas” y por ahí “medio educadas” se avienten la puntada de que les valga su mamita, deje usted, salir de su habitación, sino hasta emplear un medio de transporte masivo y saturado para desplazarse de un lugar a otro, por la razón que sea. Para colmo de males, su irresponsable actuar no solamente no es sancionado sino que termina siendo hasta aplaudido por muchos de los que se enteran de ello.
Afortunadamente hay a quienes no nos hace ninguna gracia el detalle y por el contrario nos atrevemos a expresar nuestra incomodidad al enterarnos de esos viajes, sabedores que nuestra molestia en muchos casos no será bienvenida.
El problema estimado lector o lectora, es que “el arroz no está como para bollos” y que el asunto del covid-19 se está complicando, con todo y esas vacunas que a cuenta gotas están siendo aplicadas. De ahí la necesidad de no convertirnos en verdaderos cómplices de actos tan poco humanos como lo que es exponer a otros al contagio y de rechazar y por ahí hasta denunciar, siquiera a nivel familia o primer círculo, a los desgraciados que con todo y sonrisota de por medio se atreven a presumir que subieron a un avión sabedores que son portadores de un virus altamente contagioso y potencialmente letal como es el que ha invadido a nuestro planeta.
Prefiero caer de la gracia de alguien que perder a un ser querido por culpa de una temeridad.
Que el año 2021 sea generoso con usted.