Hoy quiero felicitar al presidente López Obrador, a la secretaria de Rocío Nahle, y al director general de Octavio Romero. Finalmente nos han dado la razón a todos aquellos que argumentábamos la irracionalidad económica de construir una nueva en .

Y, ojo, lo decíamos desde que el presidente Calderón, tan apreciado por los lopezobradoristas, también quiso edificar una nueva refinería en Tula. Afortunadamente, sólo pudieron construir la barda perimetral y se echaron para atrás.

No así este que va a enterrar miles de millones de dólares en la construcción de la nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco.

Regreso al tema. ¿A qué se debe la felicitación al gobierno?

Muy sencillo. Esta semana el gobierno federal anunció la adquisición de la otra mitad del paquete accionario de la refinería de Deer Park, en Texas, que compartía con la petrolera Shell. Pagaron 596 millones de dólares por el 50% de las acciones. Esto quiere decir que la valuación de la empresa es de mil 192 millones de dólares por una planta que refina un promedio de 340 mil barriles de petróleo diario.

Dos Bocas costará, si todo sale bien (y nunca ocurre esto), ocho mil millones de dólares y tendrá una capacidad de refinación idéntica que Deer Park: 340 mil barriles por día. Los números no mienten: la nueva refinería de Pemex costará 5.7 veces que el valor actual de Deer Park. Se dirá que la diferencia es porque una es nueva y la otra vieja. Es correcto. Pero no al punto de justificar una diferencia tan abismal.

Desde que Calderón quiso construir su nueva refinería en Tula, y en aquel entonces el precio del petróleo estaba por arriba de los cien dólares por barril, he hecho la comparación de cuánto costaría una nueva refinería versus salir al mercado a comprar plantas que ya están operando. Como referencia, siempre he usado a la empresa Valero Energy. Hoy vuelvo a hacerlo.

El Presidente, lo sabemos, quiere fortalecer todas las áreas de Pemex, cueste lo que cueste, particularmente la refinación. Está dispuesto a gastar miles de millones de dólares para que nuestro país refine todos los combustibles que se consumen domésticamente. En este sentido, vamos a decir que, hipotéticamente, tiene dos opciones:

Alternativa uno: construir una nueva planta en su estado natal de Tabasco con capacidad de refinación de 340 mil barriles por día.

Alternativa dos: comprar, con los mismos ocho mil millones, el 25% de las acciones de Valero Energy y convertirse, por tanto, en el socio mayoritario y controlador. Dicha empresa actualmente tiene una capitalización de mercado de 31.6 mil millones de dólares. Cuenta con 15 plantas con una capacidad de refinación de 3.15 millones de barriles por día. Posee, además, siete mil gasolineras, 14 plantas de etanol, gasoductos, terminales y otros activos de transportación y logística de crudo y refinados.

Si nuestro gobierno fuera racional, optaría por la segunda opción. No sólo porque es más barata, sino también por la posibilidad de obtener ganancias de capital en el futuro. La vez pasada que escribí sobre este argumento, en abril del año pasado, Valero Energy tenía una capitalización de mercado de 21 mil millones de dólares. Estaba barata. Si en ese momento Pemex hubiera comprado ocho mil millones de dólares de acciones, hoy la petrolera mexicana tendría una ganancia no realizada de cuatro mil millones de dólares.

Nada mal, sobre todo tomando en cuenta que difícilmente se recuperará el capital invertido en Dos Bocas. La gran mayoría de los ocho mil millones de dólares serán a fondo perdido. Nuestro gobierno puede darse este lujo porque no es su dinero, sino el de los contribuyentes.

El gobierno presentará la adquisición del 50% restante de Deer Park como un paso más para cumplir el compromiso de López Obrador de que México refine todo el petróleo que consume. No importa, al parecer, que esto vaya a ocurrir en Texas, con tal que haya a la entrada de la refinería una bandera de México y de Pemex, orgullosos dueños del 100 por ciento de la planta.

Una planta que era la mejor administrada de todas las que poseía Pemex precisamente por la tenencia del 50 por ciento del capital de una empresa privada como es Shell. Vamos a ver si, ahora que se van los privados, no acaba Pemex quebrando esta refinería, como lo han hecho con las que se encuentran en territorio nacional.

Gracias, de veras, al gobierno por darnos la razón. Ha quedado muy claro que la nueva refinería de Dos Bocas es un capricho irracional, un proyecto político que nos costará miles de millones de dólares a los mexicanos.

 

Twitter: @leozuckermann

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