En septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial derivado de la invasión nazi a territorio polaco. México se unió 1942, debido al hundimiento de dos de sus barcos por ataques alemanes. Y, como si se tratara de un hecho cronometrado, la segunda Gran Guerra finalizó en septiembre de 1945.
A la par, teniendo como antecedente la Liga o Sociedad de las Naciones, representantes de 50 naciones del mundo (entre ellas México), se reunirían entre abril y junio de 1945 en la ciudad californiana de San Francisco, para fijar las bases que crearían la Organización de las Naciones Unidas, el 24 de octubre de ese mismo año. La ONU es el mayor organismo multilateral de la historia y actualmente reúne a 193 países miembros y dos observadores, quienes integran su máximo órgano: la Asamblea General.
La semana pasada cometí un error al asegurar que el presidente López Obrador participaría en la sesión de dicha asamblea, se trató de una confusión involuntaria. Sin embargo, Andrés Manuel sí estuvo en la sede principal de la ONU, en Nueva York, y sí encabezó una sesión de trabajo, pero del Consejo de Seguridad. Éste, es parte de la ONU, junto a los Consejos Económico y Social y de Administración Fiduciaria, así como la Corte Internacional de Justicia.
El objetivo del Consejo de Seguridad es mantener la paz y seguridad internacionales. Se compone por 15 países: cinco permanentes (Estados Unidos, Francia, Rusia, Inglaterra y China), y diez no permanentes. Su Presidencia se renueva cada mes. Este noviembre le corresponde a México, quien ha sido parte del Consejo en cinco ocasiones: 1946, 1980-1981, 2002-2003, 2009-2010 y 2021-2022.
Usualmente, las sesiones son dirigidas por diplomáticos de carrera o funcionarios con experiencia diplomática, y no por un improvisado jefe de Estado. Sin embargo, como es habitual, Andrés Manuel rompió los esquemas y decidió conducir personalmente la sesión. No hubo novedad en su discurso. Primero, ensalzó a políticos estadounidenses de antaño; luego, arremetió contra la corrupción, las élites, el neoliberalismo y la ambición privada. Después, calificó la distribución de vacunas anti-COVID como un “doloroso y rotundo fracaso”; sí, lo dijo quien al inicio de la pandemia pidió que siguieran saliendo, abrazándose y besándose.
No conforme, propuso su Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar. Algo que el canciller Marcelo Ebrard presumió un día después, asegurando que 47 países se adhirieron, y aunque no mencionó cuáles, debe suponerse que quienes serían beneficiados. Por su parte, países como China y Rusia (miembros permanentes del Consejo), no vieron con simpatía el proyecto de AMLO para reunir y distribuir un billón de dólares entre los más pobres del planeta. Incluso, diplomáticos mexicanos han expresado que el Consejo de Seguridad tiene un propósito muy ajeno al expuesto por el presidente mexicano. No era el lugar, no era el momento, ni tampoco era la persona adecuada. Además, el tabasqueño ha exigido que se dé cabal cumplimiento a los principios de no intervención y a la autodeterminación de los pueblos; llevar a cabo su propuesta, implicaría todo lo contrario.
Usualmente, durante sus intervenciones en foros internacionales, Obrador suele ceñirse a la lectura de un documento, en esta ocasión tal parece que fue más allá y decidió incluir sus propias ideas en el discurso que pronunció. Otra distracción, otro error, otro costo. Queda claro que, mientras Marcelo propone, Andrés Manuel dispone. ¿Será casualidad o será el 2024?
Post scriptum: “En política, la gratitud es la virtud menos cultivada”, desconocido.
* El autor es doctorando en Derecho Electoral y asociado individual del Instituto Nacional de Administración Pública.
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