Sólo un tema me parece que tendría que aclarar el hijo mayor del Presidente, José Ramón López Beltrán, acerca del reportaje de Latinus y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), publicado este fin de semana. Me refiero al posible conflicto de interés.

De acuerdo al reportaje, López Beltrán, junto con su esposa, Carolyn Adams, habitaron en una residencia propiedad de Keith L. Schilling, desde la segunda mitad de 2019 y parte de 2020. La casa se encuentra en un suburbio de Houston y, según la investigación, tiene un valor de un millón de dólares.

Schilling es un “alto ejecutivo de Baker Hughes”, conocida empresa de tecnologías para el sector energético. Se trata de una compañía que cotiza en la bolsa del Nasdaq, con una capitalización de mercado de casi 24 mil millones de dólares. La empresa petrolera mexicana, Pemex, es un cliente frecuente de Baker Hughes.

Schilling —revela Latinus y MCCI— se había desempeñado como director comercial y de ventas a nivel global, de julio de 2017 a noviembre de 2018, periodo en el que la multinacional obtuvo dos contratos en Pemex, uno de los cuales, hasta por 66 millones de dólares, sigue vigente en el actual federal. Luego, Schilling fue ascendido a una de las presidencias de la compañía petrolera, cargo que ocupó hasta diciembre de 2019. El 5 de agosto de ese año, funcionarios de Pemex firmaron en Villahermosa, Tabasco, otra asignación a Baker Hughes, esta vez hasta por 85 millones de dólares, con vigencia hasta diciembre de 2022”.

Lo que López Beltrán tiene que aclarar es por qué vivió en esa residencia propiedad de un ejecutivo que hacía negocios con Pemex. Aquí hay un probable conflicto de interés. La explicación incluso le incumbe a Baker Hughes por las reglas que tienen que cumplir las empresas que cotizan en el Nasdaq.

¿Pagó la pareja López-Adams renta por el inmueble? Si es así, ¿pagaron un alquiler a precios de mercado? Y si no hubo renta, ¿por qué Schilling les prestó la casa? ¿Son familiares o amigos? ¿De dónde viene la relación entre las partes?

Ninguna persona le presta una casa a otra nada más porque sí. Lo que la sociedad debe exigir es que no le hayan facilitado al hijo del Presidente una buena residencia en Houston para quedar bien con un cliente (Pemex) o con el fin de conseguir más contratos con mejores condiciones.

En suma, que se aclare el posible conflicto de interés.

Ahora bien, el segundo tema que devela el reportaje de Latinus y MCCI es el estilo de vida de José Ramón López Beltrán frente a lo que pregona su padre, el Presidente. Mientras vivió en la residencia de Schilling (luego se mudaron a una casa más modesta a nombre de Adams), el hijo tenía acceso a una “lujosa vivienda” de “447 metros cuadrados de construcción, con finos acabados en piedra y madera; cuatro habitaciones, cuatro baños completos, tres lugares de estacionamiento, amplias cocina y sala de estar, así como amenidades que incluyen bar, sala de juegos y hasta sala de cine”. Además, la pareja LópezAdams tenía acceso a una alberca privada “de 23 metros de largo, ubicada en su enorme patio trasero, con vista al bosque que se encuentra a espaldas de la residencia”.

Una buena casa, sin duda. Esto contrasta con la visión franciscana de , quien en diferentes ocasiones ha criticado los lujos y el materialismo de las sociedades actuales.

Aquí tengo que decir que el hijo tiene todo el derecho de vivir como se le pegue la gana, siempre y cuando el dinero de él y de su esposa sea bien habido. José Ramón puede pensar muy diferente que Andrés Manuel. No porque el padre tenga una postura filosófica, económica, social o política, el hijo debe tener la misma.

Se argumenta que esto podría ser una hipocresía. No lo veo así. Hipocresía sería que AMLO, su esposa e hijo menor vivieran entre lujos mientras criticaran ese estilo de vida. No es así. Si algo caracteriza al Presidente es su austeridad. Ahora bien, si el hijo de 40 años de edad tiene dinero que ganó honestamente para vivir como un pachá, pues muy su problema. Puede comprarse un avión privado, aunque su padre odie los aviones privados. Faltaba más.

La reacción de AMLO frente al reportaje ha sido criticar e injuriar al periodista Carlos Loret, titular de Latinus. Además, dijo que “al parecer la señora tiene dinero”, en referencia a su nuera. Ni el ataque contra los periodistas involucrados ni la escueta explicación sobre Adams alcanza para aclarar el posible conflicto de interés. El asunto es sencillo: ¿a cambio de qué la pareja LópezAdams vivió tantos meses en una residencia propiedad de un alto ejecutivo cuya empresa le vende a Pemex? Eso es todo.

 

           Twitter:@leozuckermann

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