Hay tantos problemas que aquejan a nuestro país (desabasto de medicinas, estancamiento económico, inflación, homicidios, dominio territorial del crimen organizado, rezago educativo, corrupción, abusos de poder, obras inconclusas, manejo deficiente de la pandemia, militarización, persecución de científicos, ataques a los entes autónomos), que resulta una lástima dedicarle una de mis columnas a responderle al Presidente. Pido una disculpa, pero tampoco puedo dejar que el jefe del Estado me insulte sin que yo diga nada.

En la mañanera de ayer,  le dedicó algunos minutos a denostarme. No es la primera vez y sospecho que tampoco será la última. Le molesta que yo sea crítico de su . Reconozco, y él lo sabe, que nunca me ha gustado el personaje que hoy nos gobierna. Así lo he expresado desde hace más de dos décadas, cuando López Obrador era jefe de Gobierno del Distrito Federal. No coincidía ni con su ideología estatista ni con su demagogia ni con la política maniquea de polarizar a los mexicanos entre “buenos” y “malos”.

Dice AMLO que yo ataco a su gobierno, incluso de forma “obsesiva”. No es así. Yo he reconocido las cosas buenas que ha hecho. Por ejemplo, mantener la “joya de la corona” de las políticas neoliberales, es decir, la apertura comercial y, en particular, el tratado de libre comercio con . También he aplaudido el respeto del Presidente a la autonomía del Banco de (otra institución que viene del periodo neoliberal) y el relativo cuidado que ha tenido en el manejo de las finanzas públicas. Me gusta su programa de apoyo a los adultos de la tercera edad. Apoyé su reforma laboral que prohibió el outsourcing y creo que es positiva la obra del corredor del Istmo de Tehuantepec.

Todo eso queda eclipsado por la cantidad de críticas que le he hecho a su gobierno. Pues sí, hay mucho que criticar, creo yo. Tan sólo hay que ver los resultados. Y se vale hacerlo porque todavía existe libertad de expresión en este país.

Lo cual me lleva al reclamo de ayer. Circula por las redes un video de 2018, cuando entrevisté en Es la hora de opinar al director del EconomistaLuis Miguel González. Arbitrariamente se presenta una escena donde hablamos del tipo de cambio y las condiciones para una posible devaluación del peso.

Dice Luis Miguel: “Si López Obrador gana con amplio margen y no hay tratado, y además mantiene el mensaje de ‘voy a revisar todo, voy a dar marcha atrás en la reforma eléctrica’, evidentemente eso va a significar menos inversión extranjera, que a su vez significa menos recursos entrando a México”. Yo respondo: “Y se puede ir ahí hasta 27, 25-27 (pesos por dólar)”.

El Presidente afirma: “Qué bueno que no se cumplió el augurio”. Estoy de acuerdo. No se cumplió porque, como dijimos en el programa, la principal causa de una posible devaluación sería el fin del tratado comercial con EU. Al Presidente le gusta ser el centro de las cosas. No lo era en esta discusión. A González y a mí lo que más nos preocupaba era la promesa del entonces presidente Trump de salirse del TLCAN. Hoy sabemos que esa amenaza era real, que Trump consideró llevarla a cabo y que el peso, cuando los mercados pensaban que ocurriría, se depreciaba.

Nosotros no dijimos que se devaluaría el peso sólo porque llegaría AMLO a la Presidencia. Lo que afirmamos es que había un escenario donde se combinaban distintas variables, entre ellas, el fin del tratado (la más importante). Todavía hoy estoy convencido de que, de haber ocurrido esto, se hubiera devaluado el peso.

Aclarado esto, respondo a la acusación del Presidente que me tilda de “ultraderechista”. No me pongo el saco. Sí, como liberal, estoy a favor de una economía de mercado. Pero también del derecho de las a interrumpir voluntariamente un embarazo; de la legalización de las drogas recreativas; del derecho de los homosexuales a casarse y adoptar hijos; de la mayor libertad de expresión posible; de la prevalencia de la ciencia sobre la superchería; de la tolerancia a todas las religiones, incluyendo el ateísmo; de la virtud de escuchar opiniones diferentes y estar dispuesto a cambiar de postura porque el otro presentó mejores argumentos y evidencia. Ése es mi credo. Compárese con el de AMLO y júzguese quién es más derechista.

“Casi fascista”, me caracteriza el Presidente, “con todo respeto”. Esto ya lo tomo como broma. En 2018, durante la campaña presidencial, acusaron que la Rusia de Putin estaba detrás de la candidatura de AMLO. Con humor, el hoy Presidente respondió: “soy AndresManuelovich, AndresManuelovich, hoy estuve ahí en el muelle, ahí en Veracruz, esperando que emergiera el submarino con el oro de Moscú, no llegó”. Con todo respeto, voy a imitar al Presidente: “soy el Duce de la Roma (Norte) y hoy, con mi grupo de camisas negras, voy a salir a apalear a los judíos que controlan el poder en el mundo”.

 

           Twitter:@leozuckermann

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