Sin duda, las economías que se recuperarán más rápido del golpe generado por el Covid-19 serán aquellas donde las autoridades hayan lanzado programas de apoyo fiscal inéditos, o donde los bancos centrales no solo redujeron las tasas de interés de referencia a mínimos históricos, sino también inyectaron flujos de liquidez nunca vistos.
El fuerte apoyo fiscal o monetario para salir de la crisis no fue característico solo de economías avanzadas. Importantes economías en desarrollo como Brasil, Chile y China implementaron medidas drásticas para impulsar la actividad.
Si bien estos países se han recuperado más rápidamente que otros –sobre todo en comparación con México, donde la recuperación aún no se concreta debido a que el apoyo fiscal fue prácticamente nulo y el monetario insuficiente–, se generaron fuertes costos que deberán enfrentarse a lo largo de los siguientes años.
Entre estos costos destacan el endeudamiento y la inflación, variables que podrían impactar sobre la economía global debido a la distorsión que éstas han sufrido. No solo preocupa el incremento sustancial del déficit público en proporción del Producto Interno Bruto (PIB) y la incertidumbre sobre los ingresos futuros necesarios para cubrirlo. La inflación también ha alcanzado el nivel más alto de las últimas décadas en varios países, y no únicamente por cuestiones que provienen del lado de la oferta (cuellos de botella, disrupción en cadenas de suministros, etc.).
Al iniciar el 2022, el crecimiento dejó de ser el tema central de preocupación, pero hay que evaluar otros factores de riesgos, como que la pandemia no ha desaparecido y el surgimiento de la guerra entre Rusia y Ucrania, además de ir más allá.
La pandemia
Probablemente, la crisis del nuevo Coronavirus es ya el riesgo más bajo que enfrentará la economía global en 2022. Pero no se puede descartar por completo, porque lo más recientes brotes en China pueden volver a impactar las cadenas de suministro globales.
Sin duda, el proceso de vacunación –con alrededor de 10 mil 717 millones de dosis administradas a nivel global, de acuerdo con el portal de noticias Bloomberg– no solo ha causado picos cada vez más bajos de casos Covid-19. Los fallecimientos, en el agregado de todos los países, no repuntaron con la nueva variante como ocurría durante cada ola antes de la vacuna. De hecho, éstos se han mantenido estables.
La variante Ómicron, que apareció a finales de noviembre de 2021 en Sudáfrica y que se extendió al resto del mundo a principios de 2022, no dio señales de ser una cepa más agresiva que otras.
No se espera que las variantes que estén por venir representen un riesgo inminente para la actividad económica como se observó a inicios de la pandemia, siempre y cuando no se comprometa la capacidad médica u hospitalaria, como ocurrió en 2020. Las autoridades no volverán a reaccionar tan drásticamente porque el retroceso económico podría ser de años (diez, en el caso de México). Lo relevante ahora será el avance en el proceso de vacunación, y se espera que éste continúe.
Endeudamiento
El más reciente ‘World Economic Outlook’ del Fondo Monetario Internacional (FMI) reveló que el déficit público expresado en proporción del PIB se ubicó en 9.5% en 2020 para el caso de las economías avanzadas (1.5% cifra prepandemia). En el caso de las economías en desarrollo, el déficit se ubicó en 7.4% en dicho año (2.8% cifra prepandemia). Sin duda, las potencias económicas fueron las que más apoyos de emergencia inyectaron durante la crisis sanitaria, destacando el caso de Estados Unidos, donde el déficit fiscal cerró 2020 en 15% del PIB.
Si bien el déficit de la mayoría de los países disminuyó en 2021, éste se mantuvo elevado (7.8% economías avanzadas y 4.7% economías emergentes, de acuerdo con el FMI). De hecho, economías en desarrollo que se endeudaron significativamente, como Brasil o Chile, podrían enfrentar fuertes dificultades para disminuir la carga fiscal durante los siguientes años.
En el caso de México, país que no se endeudó durante la etapa más crítica de la pandemia, el déficit público podría ubicarse alrededor de 3.5% del PIB en 2021 y 2022. Si bien la economía resintió fuertemente la falta de apoyos por parte de las autoridades (sobre todo si se compara con Estados Unidos, donde el gobierno brindó cheques directos por un total de 3 mil 200 dólares por beneficiario), la calificación de deuda soberana no se puso en riesgo como ocurrió en el caso de otras economías similares, debido a que el déficit público no se descontroló.
A final de cuentas, las finanzas públicas se mantuvieron y se mantendrán sanas. La línea de la actual administración en cuanto al gasto y la recaudación de impuestos es clara: más ahorro y mayor fiscalización.
Inflación
En varios países, la inflación alcanzó niveles no vistos en décadas. En el caso de Estados Unidos, el Consumer Price Index registró una tasa anual de 7.4% en diciembre de 2021, la mayor cifra desde junio de 1982. De igual manera, el Índice Nacional de Precios al Consumidor de México también alcanzó una variación de 7.36% anual en diciembre pasado, nivel no visto desde enero de 2017. En ambos países, la inflación al consumidor se ubica significativamente por encima de los objetivos de la Reserva Federal (2% en promedio) y Banco de México (3% en promedio).
En los primeros meses de 2022, en Estados Unidos continuó la presión en los precios al consumidor y se incrementó a una tasa anual de 7.9% al cierre de febrero, en tanto que en México se ubicó en 7.28% a tasa anual.
En Estados Unidos, la inflación no solo se disparó por las distorsiones en la oferta global de bienes y servicios, también se aceleró debido a fuertes inyecciones de liquidez por parte del banco central norteamericano. El incremento en el balance de activos de la Reserva Federal pasó de 4 mil 100 a 8 mil 200 miles de millones de dólares en tan solo cuatro meses del año pasado. De igual manera, la tasa de interés de referencia se llevó a un mínimo histórico (0.0%-0.25%). Si a lo anterior se suma el proceso de reapertura económica en un país donde se han administrado más de 500 millones de dosis de la vacuna, la aceleración de los precios encuentra más sustento.
La inflación norteamericana aún no confirma un punto de inflexión a la baja y es probable que éste no llegue pronto debido a las distorsiones que registran los precios internacionales de materias primas. A pesar de la reciente volatilidad en los precios del petróleo y gas natural, éstos podrían mantener una tendencia al alza si se agrava el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania.
En México, el reciente disparo en los precios de materias primas a nivel internacional generó nuevos riesgos al alza para la inflación general. No solo los precios internos de la gasolina y el gas natural podrían verse afectados por los acontecimientos recientes, con todo y los subsidios anunciados por la autoridad. El incremento en las cotizaciones internacionales del maíz y el trigo presentan importantes riesgos inflacionarios.
El consenso de analistas ya anticipa una inflación anual de 4.88% al cierre de 2022, de acuerdo con una de las principales encuestas del mercado. Nuestro estimado, que desde principios de año se ubicaba en 4.80%, se ajustó a 4.93%, pero estamos revisando los estimados de la inflación para el cierre de año, dado un entorno más complejo para la determinación de precios. Los riesgos se mantienen sesgados al alza.
Preocupa que las expectativas de corto plazo nuevamente se han presionado en aumento; al mismo tiempo, que las expectativas de inflación de mediano y largo plazo podrían seguir contaminándose.
Precisamente, para evitar esta contaminación en la formación de precios en la economía, es necesario que Banco de México (Banxico) continúe con el ciclo de alza de tasas de interés. Si bien el nivel final dependerá de la evolución de la inflación (estimamos que la tasa de interés de referencia se ubicará en 7.00% al cierre de abril de 2022, con un panorama incierto hacia adelante), lo que no puede haber es una pausa en este ciclo que distorsione las variables financieras más importantes del país.
Como se mantiene la idea de que Banxico se encuentra alineado al combate de la inflación, su postura de ritmo de alza de tasas se puede mantener en las siguientes decisiones.
No descartamos que el banco central adopte una postura de restricción más acelerada en las próximas decisiones, ya que la Reserva Federal de Estados Unidos inició su ciclo de política monetaria restrictiva y empezará la disminución del balance de activos del banco central en los próximos meses; podría ser a un ritmo más acelerado, como lo comentó el presidente de la FED. Lo cual también debe tomar en cuenta Banxico para la toma de decisiones de su política monetaria.
Respecto a una de estas variables importantes, esperamos que el tipo de cambio, después de cerrar en $20.47 pesos dólar en 2021, se deprecie a $21.30 pesos por dólar a finales de 2022.
El dólar debería fortalecerse no solo frente al peso, sino también frente a una canasta amplia de divisas, si la Reserva Federal concreta su ciclo de alza en la tasa de interés de referencia norteamericana este año. Por otra parte, los flujos de remesas que entran a México, el elevado flujo de exportaciones, un banco central autónomo y un gobierno que no se endeuda deberían ser pilares para el valor de nuestra moneda.
Conclusiones
El panorama para lo que resta de 2022 sigue teniendo variables que generan incertidumbre, pero ya no por el tema del crecimiento, y ni siquiera por el tema de la crisis sanitaria. Las grandes dudas recaen ahora en el manejo del déficit público que hagan las economías del mundo, sobre todo aquellas que se endeudaron más de lo que podrían pagar en un futuro, así como la reacción de los bancos centrales para controlar la inflación.
Los bancos centrales de países emergentes, incluyendo el de México, iniciaron ya un ciclo de política monetaria restrictiva para controlar los elevados niveles de inflación que responden a cuestiones tanto de oferta como de demanda. Los bancos centrales de las economías avanzadas ya están iniciando un mecanismo similar para evitar un desajuste de los mercados financieros a nivel global.
Con relación a la deuda, es probable que más países se sumen a los integrantes del G-7 para encontrar nuevos esquemas de tributación que permitan solventar el fuerte gasto efectuado durante la crisis. Habrá que estar atentos a ver si estas medidas no generan distorsiones por el lado tributario que frenen el proceso de recuperación.
El crecimiento será positivo en 2022 y los años por venir. No obstante, éste será modesto (2.2% para el PIB de México, estimado INVEX). No se volverán a ver esas tasas de expansión registradas después del golpe generado por el Covid-19. Un golpe que no había sufrido la economía global en un periodo de casi 100 años y que, gracias a las medidas de emergencia, se logró revertir en la mayoría de los países.
Ricardo Aguilar Abe es Economista en Jefe de INVEX.
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