Me llamo Samuel Aarón en honor a un hermano de abuelo que era abogado en Polonia y fue asesinado por ser judío por el sistema de exterminio . Muchos de los sobrevivientes se preguntan cómo fue posible que se salvaran del genocidio conducido por un y sus países aliados que decidió que había encontrado la “solución final” a la cuestión judía.

La cuestión judía es el intento de la iglesia católica por desaparecer a los judíos, ya sea “limpiando” los territorios, convirtiéndolos hasta por la fuerza y asesinándolos. Hasta que llegaron los nazis que bajo la égida de Hitler iniciaron el exterminio industrialmente mientras se aseguraban de que los trenes de la muerte corrieran a tiempo.

Mientras el avanzaba el mundo guardaba silencio y muchas empresas se beneficiaban, ya sea de la mano de obra esclava o de la economía de guerra. Igual silencio se guarda ahora frente al genocidio contra los Uigures en China.

Hoy resurge el en el mundo. Ya sea en grupos de ultra derecha en Europa o la tropicalización que lleva a militantes panistas a disfrazarse de nazis o la realización de una boda nazi en Tlaxcala.

El holocausto y el legado nazi no se puede ni debe trivializar, es injustificable la aplicación ligera como acusación estúpida en contra de los contrincantes. Por desgracia esto abunda.

Uno encuentra cartoneros que dibujan como nazi a cualquier político que califican de derechista. Se regodean pintándole esvásticas a Trump y aunque el PAN tenga antecedentes de simpatía con los nazis, eso no hace nazis a todos los panistas.

En la campaña que sostiene que López Obrador es un dictador, se le califica entre otros de Stalin, Mussolini y por supuesto Hitler. No es nada de eso.

Y cayendo en el mismo juego de las etiquetas mal colocadas, López Obrador acusa de hitleriana la campaña de Carlos Alazraki que además es judío, lo cual le adjudica una doble gravedad al ataque. Alazraki es un tipo ruin, asociado a lo más sucio de la política mexicana y aunque cree que las campañas deben estar cargadas de mentiras eso no lo hace alumno de Goebbels o hitleriano.

López Obrador se equivocó al recurrir a la bajeza con la que se le ataca, pero al hacerlo se ubicó en el terreno de los judeofobos, lo que contradice su discurso de la paz, el amor y los abrazos, un ataque de esos es imperdonable en un presidente.

A una funcionaria propuesta por Biden para un puesto de tercer nivel se le retiró la oferta al descubrir que había recurrido a tropos antisemitas hace varios años, decisión correcta. Una racista no puede representar al gobierno y aunque no me pondré del lado de la derecha pidiéndole la renuncia, debe disculparse por el uso del término.

NUNCA JAMÁS no es una consigna judía. La barbarie nazi costó 75 millones de vidas y no podemos ni debemos permitir que ninguna doctrina o postura de odio se apodere de los medios de comunicación y penetre las culturas en el mundo.

El gobierno debe actuar con ante el uso de medios masivos de comunicación en los que tipos como Alazraki diseminan mentiras y tropos discriminatorios.

La queja contra la organización judía que protesto tienen parte de razón. El texto de la protesta está escrito de tal forma que se opone al uso de la comparación con los nazis en general, lo que es correcto, pero deben haber sido más activos en la censura contra todos los que han atacado de nazi al presidente o que usan tropos discriminatorios en sus ataques políticos.

La queja contra el silencio judío es banal, prejuiciada y racistamente motivada. Son judíos los que crearon y mantienen el Museo Memoria y Tolerancia en que condena todas las formas de genocidio; organizaciones internacionales como La Liga Anti-difamación lucha contra todo tipo de discriminación, y me encuentro entre las muchas voces judías que han condenado verbalmente y por escrito la persecución racista.

Me adelanto al ataque. Muchos hemos criticado a los gobiernos israelíes que han sostenido políticas erradas frente a los palestinos, al contrario de los que como parte de su judeofobia atacan a Israel dejando de lado los múltiples actos de terrorismo palestinos. En todo conflicto hay dos o más partes.

México es profundamente racista. Hay múltiples expresiones culturales, sociales y políticas por medio de las cuales se expresa el odio y desprecio a algún grupo, ya sea a los “indios”, los “negros”, los “gay”, los “judíos”, los “musulmanes”, los “migrantes” y por supuesto a las “”. Entrecomillo para dar énfasis. Y se requerirá un gran esfuerzo y mucha educación para eliminar el odio. Mientras tanto, el ejemplo lo debe dar el presidente y salir a la palestra a reconocer su error.

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