La violencia en Baja California, y en particular en Tijuana, ha sido un tema de gran preocupación tanto para las autoridades como para la ciudadanía. A pesar de los esfuerzos gubernamentales por mejorar la seguridad, la percepción de inseguridad entre los residentes sigue siendo alta y los desafíos son significativos.
La ciudadanía de Tijuana considera que la violencia ha aumentado, una percepción respaldada por experiencias personales y el testimonio de académicos como Lucas Seamanduras. Sin embargo, según el INEGI, Tijuana no figura entre las cinco ciudades más inseguras de México, lo que contrasta con la opinión de la mayoría de los ciudadanos encuestados que ven a la ciudad fronteriza como más violenta que en años anteriores. Esta discrepancia entre la percepción ciudadana y los datos oficiales refleja un problema de confianza y posiblemente de metodología en la medición de la seguridad.
La tasa de criminalidad en Tijuana, una de las ciudades más grandes de Baja California, es alarmante. Con un índice de criminalidad de 72.13 y un nivel de criminalidad considerado muy alto (82.55), la ciudad refleja un aumento en la criminalidad en los últimos tres años (77.04). Los ciudadanos expresan una alta preocupación por delitos como robos en domicilios (68.08), hurtos o robos (72.97), y robo de vehículos (70.44).
A pesar de que la preocupación por ser agredido físicamente por discriminación es baja (36.41), la problemática de drogas (79.87), crímenes contra la propiedad (80.35), crímenes violentos (78.30) y corrupción (86.24) son percibidas como muy altas
El gobierno de Baja California ha presentado estrategias de seguridad con el objetivo de frenar la violencia, incluyendo la modificación del gabinete de la gobernadora Marina del Pilar Ávila y la implementación de operativos como la detección de automóviles robados en Tijuana. Se han propuesto planes de trabajo con múltiples ejes y acciones, así como el incremento de elementos para la fuerza estatal. Sin embargo, la modificación en el gabinete sugiere que las estrategias previas no han sido efectivas.
El nuevo secretario de seguridad ciudadana estatal enfrenta grandes retos, incluyendo la lucha contra delitos que representan la mitad de la incidencia delictiva: violencia familiar, robo de vehículos, robo a transeúntes y narcomenudeo. Se han anunciado inversiones significativas para seguridad y justicia, y se ha buscado la coordinación con autoridades locales y el arribo de más elementos de la defensa nacional.
A pesar de que la administración municipal actual ha reportado mejoras en los indicadores de seguridad, la opinión pública sigue siendo crítica. Los ciudadanos, como Roberto Beltrán, expresan su cansancio frente a la inseguridad y la sensación de que no se ataca el problema de raíz. La impunidad en delitos como la extorsión es alta, y aunque hay una mayor presencia de las corporaciones de seguridad, más del 63% de los bajacalifornianos siguen preocupados por la inseguridad.
Los desafíos son múltiples y complejos. Por un lado, hay delitos que representan la mitad de la incidencia delictiva, como la violencia familiar y el narcomenudeo. Por otro lado, la presencia de grupos criminales y el enfrentamiento entre facciones del Cártel de Sinaloa en Baja California complican aún más el panorama. A pesar de las inversiones en seguridad y justicia, y la coordinación con autoridades locales y nacionales, los resultados no han sido los esperados.
En conclusión, la violencia en Baja California es un problema multifacético que requiere una estrategia integral y coordinada. Mientras las autoridades trabajan en mejorar la seguridad y la justicia, la percepción de la ciudadanía no parece mejorar. La discrepancia entre las estadísticas oficiales y la realidad percibida por los ciudadanos sugiere la necesidad de un enfoque más transparente y participativo en la lucha contra la violencia. La efectividad de las acciones gubernamentales solo podrá evaluarse a través de una disminución tangible de la violencia y una mejora en la percepción de seguridad entre los residentes de Baja California.
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Referencias:
