acabó reprobado como secretario de Hacienda. Así lo dicen los resultados de su gestión al frente de las finanzas públicas. Dejó la caja vacía. El de Sheinbaum no tiene dinero. Peor aún, en la medida en que la economía se dirige a una recesión, el extitular de Hacienda deja enormes que superar a su sucesor.

El economista cercano a  llegó como jefe hacendario después de las elecciones intermedias de 2021. Hasta ese entonces, el gobierno se había comportado razonablemente bien en materia de finanzas públicas. Aunque había incurrido en déficits públicos durante los tres primeros años, la como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) se mantuvo en niveles sensatos. Incluso se criticó a López Obrador por no haber soltado más el gasto público durante la pandemia para implementar medidas contracíclicas, como sucedió en otros países.

Durante dos años (2022 y 2023), Ramírez de la O mantuvo el barco a flote. Sin embargo, el último año de la administración, el de las elecciones, las finanzas públicas se descompusieron de manera importante.

El gobierno de AMLO decidió gastar sin mesura por motivos electorales. Subieron las partidas para los programas sociales e inyectaron miles de millones de pesos para dizque terminar las obras insignia del sexenio: el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas.

Uno de los papeles que tienen los secretarios de Hacienda es decirles que “no” a los presidentes. Ramírez de la O no quiso o no pudo hacerlo. Para AMLO era una prioridad ganar las elecciones de manera contundente. Una de las estrategias para lograrlo fue soltar el gasto público. El titular de Hacienda dio su visto bueno. No le puso límites a su jefe. El resultado fue catastrófico.

El año pasado, el gasto público ascendió a 27% del PIB, el nivel más alto desde 1990. Obvio, los ingresos no crecieron a este mismo ritmo, por lo que el gobierno acabó con el mayor déficit presupuestario en los últimos 35 años: 4.9% del PIB. Medido en requerimientos financieros del sector público, el déficit alcanzó 5.7% del PIB.

Más déficit significó contratar más deuda. El sexenio de AMLO cerró con el mayor monto de deuda pública desde que Hacienda lleva un registro público. Estamos hablando de un total de 17.4 billones de pesos, equivalentes al 51.4% del PIB nacional.

Esto, en un momento en que el endeudamiento estaba caro por las altas tasas de interés nacionales y extranjeras. Desde 1996, ningún gobierno había pagado tanto por servir a su deuda como lo hicimos en 2024: casi cuatro puntos del PIB se fueron en costos financieros.

El endeudamiento no es necesariamente malo cuando se utiliza en inversiones que mejoren la productividad y/o competitividad del país. El problema es cuando el dinero prestado se usa en gasto corriente. De acuerdo con datos de Evalúa, en 2024, “de cada 100 pesos de endeudamiento, 53 se destinaron a la inversión física y el restante a gasto corriente”. Este indicador habla de lo mal que se gastó en términos económicos porque, si vemos los resultados políticos, el partido en el gobierno arrasó, dejando estupendos dividendos electorales.

Y ahí está precisamente el pecado de Ramírez de la O. Dejó que el Presidente manejara las finanzas públicas con criterios políticos, heredándole una hacienda emproblemada a la nueva Presidenta.

Emproblemada se queda chica con el tamaño del desafío para el nuevo secretario de Hacienda. Para empezar, dos de los supuestos con los que Ramírez de la O hizo el de 2025 no se van a cumplir.

Según Hacienda, la economía mexicana crecería un 2.3% en este año. El Banco de México ya bajó esta perspectiva a 0.6 por ciento. Todo indica, sin embargo, que, si bien nos va, el PIB crecerá a tasa cero.

El Presupuesto de 2025 prevé un a final del periodo de 18.5 pesos por dólar. A menos que haya un milagro y Trump se olvide de las amenazas arancelarias, no hay manera de que esto vaya a ocurrir.

Con una economía desacelerándose o en recesión, será imposible alcanzar el incremento que proyectó la Secretaría de Hacienda en los ingresos presupuestarios no petroleros de 2025 del orden de 632 mil millones de pesos. Esto complicará el recorte del déficit público para este año, que se estima en 3.9% del PIB en requerimientos financieros del sector público, a menos, desde luego, que hagan un apretón en gasto que profundizaría aún más la recesión económica.

Ni qué decir del reto que deja Ramírez de la O en las finanzas de Pemex, que son un desastre. Nunca pudo controlarlas y se convirtieron en una sangría de flujo de efectivo para el erario.

Mucha suerte al nuevo secretario de Hacienda, Edgar Amador. La va a necesitar.

                X: @leozuckermann

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