Una nota publicada por el diario ‘El país’, revela que más de una docena de familias con se encuentran actualmente detenidas en el centro de detención de Karnes, en el sur de Texas. Estas familias permanecerán bajo custodia federal en instalaciones que algunas personas han calificado como “cárceles para bebés”, hasta ser deportadas como parte de la campaña de expulsiones masivas impulsada por el presidente.

Durante su primer mandato, adoptó esta práctica con el objetivo de frenar la migración a través de la frontera sur. Las administraciones de George W. Bush y Barack Obama también utilizaron estrategias similares, pero fue Trump quien separó forzosamente a los niños de sus padres, manteniendo a los menores en centros de detención que se asemejaban a cárceles o jaulas, donde no tenían acceso a servicios básicos como duchas, camas o alimentos suficientes.

Esta situación generó una gran indignación social, lo que llevó al presidente a revertir la medida, aunque el daño ya estaba hecho. Más de 4,600 niños fueron separados de sus familias, y se estima que actualmente casi el 30% de ellos sigue sin ser localizado, informa el diario ‘El País’.

“Cárceles para bebés”: la Administración Trump vuelve a detener a familias inmigrantes con niños l Imágen del archivo de Depositphotos.

Este audio, dado a conocer en Julio de 2018, alimentó la indignación por la práctica de las “cárceles para bebés”:

Bajo la administración de Biden, las detenciones familiares disminuyeron significativamente, aunque no se eliminaron por completo. El presidente demócrata liberó a varias de las familias que habían sido detenidas durante el mandato de Trump y convirtió las instalaciones de Karnes y Dilley en centros de detención para adultos.

Cuando los cruces fronterizos alcanzaron cifras históricas en los primeros tres años de su mandato, Biden consideró reactivar la práctica en 2023. Sin embargo, debido a las fuertes críticas, decidió no implementarla.

Ahora, Trump ha decidido reanudarla. Así lo confirmó el Departamento de Nacional (DHS) el 7 de marzo, cuando se anunció que los dos centros de detención en el sur de Texas reanudarían la detención de familias.

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La secretaria del DHS, Kristi Noem, respaldó esa declaración en una entrevista con CBS unos días después. Al ser cuestionada sobre si personalmente apoyaba la práctica de la detención de familias, Noem subrayó que aquellas que han dejado sus países buscando una vida mejor para sus hijos, huyendo de la violencia, la represión y la pobreza, tienen la opción de “autodeportarse” si no desean ser detenidas.

Una práctica “inhumana, injusta e innecesaria”

Defensores de los migrantes y expertos en infantil han criticado durante años las detenciones familiares, argumentando que es una práctica particularmente dañina para los niños.

Como evidencia, citan la extensa lista de denuncias de malos tratos, abusos sexuales y la falta de acceso a atención médica y otras necesidades básicas en los centros de detención donde son recluidos:

Varios niños han muerto mientras estaban bajo custodia de las autoridades migratorias. En 2018, durante el primer mandato de Trump, una niña de un año falleció después de ser liberada del centro de Dilley. Su madre alegó que el centro no le brindó la atención necesaria cuando la niña contrajo una infección respiratoria en las instalaciones, aunque un jurado dictaminó el año pasado que la empresa, CoreCivic, no era responsable.

Las organizaciones proinmigración también expresan su preocupación de que esta práctica podría reactivar las separaciones familiares. Actualmente, una orden judicial impide que Trump reanude estas separaciones, por lo que la administración ha optado por deportar a las familias juntas, como ocurrió con la niña de 10 años en tratamiento para el cáncer cerebral, quien fue deportada a el mes pasado, un caso que ha expuesto la crueldad con la que el republicano está llevando a cabo las .

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