- El sector agropecuario enfrenta una serie de problemas estructurales que han limitado su crecimiento y desarrollo.
- Soberanía y autosuficiencia son conceptos huecos cuando se debe hablar de productividad.
- El Plan Nacional de Desarrollo apunta en principio a elevar la productividad, pero habrá que superar el sesgo ideológico.
Desde hace décadas el sector agropecuario en México ha enfrentado diversos desafíos estructurales, que han resultado en baja productividad, rentabilidad y un deterioro de las condiciones de vida de los productores, lo que a su vez ha impulsado la migración hacia centros urbanos y otros países. Estas condiciones se han agudizado en los últimos años con los problemas que han traído consigo el cambio climático, la inseguridad y los conflictos geopolíticos. Lo anterior ha llevado a que el sector se encuentre en un ciclo recesivo desde hace dos años. En este entorno preocupante, el gobierno pretende reactivarlo con medidas poco claras y concretas llevadas al terreno de la retórica: en un mundo globalizado y de cadenas productivas altamente integradas se habla de soberanía y autosuficiencia en lugar de hablar de productividad y competitividad.
«El gobierno pretende sembrar soberanía y cosechar autosuficiencia.»
Cabe señalar que, durante el período más álgido de la pandemia, el PIB del sector primario fue el único que registró un crecimiento positivo de 1.1% en 2020 y de 2.3% en 2021; sin embargo, durante la segunda mitad del sexenio anterior se hizo evidente el abandono en el que se dejó al sector, priorizando gasto social y no gasto productivo.
Uno de los principales problemas estructurales del sector es la atomización de la propiedad. Se estima que el 60% de las unidades de producción agropecuaria, tienen en promedio 2.5 hectáreas y significan sólo el 15% de la superficie cultivable, mientras que el 40% restante, tienen en promedio de 16 hectáreas, controla el 85%.
Según informes de rendición de cuentas de la Secretaría de Agricultura durante el período de enero a octubre de 2024 se destinaron como apoyo al sector Agropecuario y Pesquero un monto de 45.8 miles de millones de pesos. Los programas más importantes en recursos fueron el de fertilizantes con el 32% de los recursos, seguido del programa de producción para el bienestar con el 30% y el de precios de garantía con el 15% del total. Cabe señalar que el Programa Producción para el Bienestar es un apoyo económico para productores agropecuarios de pequeña y mediana escala. Su objetivo es mejorar la producción de cultivos y productos y contribuir a la autosuficiencia alimentaria, esquema que sin un buen control lleva a no cumplir cabalmente con los objetivos.
Ahora bien, la agricultura y la ganadería son actividades que aportan el 95% del sector primario, el cual aporta a su vez el 3.2% del PIB Nacional. Es de destacar que la producción agrícola y los servicios relacionados han sido la más afectados por los factores estructurales y coyunturales. El PIB agrícola decreció en términos reales 3.1% en 2023 y 4.7% en 2024 consolidando dos años consecutivos de contracción; en tanto que la ganadería creció 1.5 y 2.1% real respectivamente. Para 2024 las estimaciones de expertos en el sector apuntan a que la producción agropecuaria cerró con 286.3 millones de toneladas, una caída del 2.1 por ciento respecto a 2023, cuando se alcanzaron 292.3 millones de toneladas.
Las principales razones de este desempeño radican en factores climáticos como han sido principalmente la sequía que ha abarcado gran parte del país durante un tiempo considerable, pero también la inseguridad que se manifiesta en extorsiones del crimen organizado a los productores, lo que ha llevado a alta volatilidad en los precios de productos agropecuarios, con inflaciones mensuales de dos dígitos a lo largo del año de 2024. Ciertamente se han ido moderando gracias en parte a los programas de apoyo y contención de precios, así como la baja en los costos de insumos importados.
No se puede soslayar que las políticas públicas ineficientes también han contribuido al deterioro del sector, como indicamos la entrega directa de recursos monetarios sin el acompañamiento pertinente, lleva a usos de distintos a los planteados. Lo anterior toma relevancia ante la próxima publicación del Plan Nacional de Desarrollo que la actual administración elaboró. El documento pone énfasis en la premisa de avanzar en la soberanía y la autosuficiencia alimentaria, y mejorar las condiciones de producción y de vida de los campesinos y productores.
Destaca en particular el Objetivo 3.6: Fortalecer la producción, el desarrollo y la tecnificación del campo mexicano, enfocándose en los pequeños y medianos productores, mediante el uso sostenible de los recursos naturales y la provisión de servicios públicos de calidad. Este objetivo está enfocado en elevar la productividad laboral de cultivos estratégicos; sin embargo, será necesario que el programa sectorial, se enfoque en atender las deficiencias estructurales, entre las que se pueden enumerar la certeza jurídica; el acceso al financiamiento asequible; la innovación y tecnificación frente al cambio climático y la inseguridad que el crimen organizado significa, no sin olvidar el complicado entorno comercial.
El Plan Nacional de Desarrollo y el subsecuente programa sectorial deberán enfocarse en lograr el objetivo en sus términos técnicos. Soberanía y autosuficiencia suenan bien en los discursos, pero son imprácticos e inviables.
El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C