En ningún lugar del mundo es fácil la relación del jefe de Gobierno con los miembros del partido gobernante. Mientras que el primero debe defender los intereses nacionales, los segundos siempre están pensando cómo mantener y acrecentar su poder.
México no es la excepción.
Con el fin de salvaguardar los intereses nacionales, Claudia Sheinbaum tiene que hilar muy fino el manejo de la relación con el gobierno de Trump. No tiene margen para cometer el mínimo error porque, como vimos en el caso de su propuesta de movilizaciones en contra del impuesto a las remesas, el trumpismo es implacable y los cobra con creces.
Sin embargo, muchos morenistas quieren utilizar los agravios de Trump en contra de México para avanzar en sus carreras políticas. Desde el punto de vista electoral, resulta muy rentable envolverse en la bandera y proferir un discurso patriotero, sobre todo en estas épocas en que las redes sociales magnifican la retórica encendida.
Es lo que le ocurrió a la consejera estatal de Morena en Jalisco, Melissa Cornejo. Quejándose en la red X por la decisión de Estados Unidos de retirar las visas a personas que compartieran contenido en apoyo a las protestas en Los Ángeles, se le ocurrió decir “Viva la raza y métanse mi visa por el culo”.
El subsecretario de Estado del vecino del norte, Christopher Landau, leyó dicho tuit y le respondió en la misma red: “Yo ahí no puedo meter tu visa, pero sí te puedo informar que personalmente di orden de cancelarla después de ver este vulgar posteo. Y no te ha de sorprender lo que me contestaron: que ni siquiera tienes visa válida para cancelar”.
Declaraciones como las de Cornejo, miembro del partido gobernante, no ayudan en nada al gobierno de Sheinbaum.
Tan es así que la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, tuvo que salir, también en X, a desmarcarse asegurando que las expresiones de su correligionaria “no representan la postura de Morena”.
Por su parte, en la conferencia mañanera, Sheinbaum dijo: “Yo creo que hay que dejar de hacer política en X. Está bien que se manifiesten las opiniones, pero hay que ir con la gente. Las redes sociales son una parte, lo importante es el contacto directo, el trabajo en el territorio abierto”.
¿Dejar de hacer política en X?
¿En serio?
La Presidenta puede hacer estas recomendaciones porque ya es Presidenta. Es como cuando condenó los actos anticipados de campaña que estaban ocurriendo en su partido, como si ella no los hubiera hecho. Ahora parece que ella tampoco hubiera utilizado las redes sociales para hacer campaña y llegar a la Presidencia.
Sheinbaum sugiere a los miembros de su partido que no hagan las mismas cosas que ella hizo. Es lógico. Ahora tiene incentivos diferentes de cuando era aspirante a la candidatura de Morena y luego candidata presidencial. Por su parte, los miembros de su partido siguen teniendo los mismos incentivos de hacer campaña por todos los medios posibles con el fin de acrecentar su poder.
La pregunta es si la Presidenta cuenta con los instrumentos para disciplinar a los miembros de su partido, de tal suerte que no la metan a ella en problemas, por ejemplo, con Estados Unidos.
En las épocas del PRI, los presidentes tenían pocos problemas de este tipo. Los priistas no se atrevían a decir algo que pudiera poner en problemas al jefe del Ejecutivo federal (además, no había redes sociales). Y es que sabían que el mandatario era el mandamás del partido que en última instancia decidía las candidaturas importantes, incluyendo la presidencial. En este sentido, la disciplina era férrea.
En Morena, por convicción e intereses, hay varios miembros que quieren utilizar el tema de Trump para avanzar sus carreras. Así como los hay quienes lo hacen condenando a la clase empresarial o defendiendo dictaduras impresentables. Están en su derecho. El problema es que pueden generarle problemas al gobierno en turno, sobre todo cuando son muy escandalosos.
Porque otra realidad actual es que el escándalo vende en la política. Candidatos escandalosos como Trump, López Obrador o Milei suelen tener un gran éxito electoral. E inmediatamente aparecen los imitadores.
Es el caso, por ejemplo, de Gerardo Fernández Noroña. Ya dijo que quiere ser Presidente y su apuesta es ser el más escandaloso, grosero y patriotero de los posibles aspirantes.
Pero resulta que también es el presidente del Senado y su estrategia electoral choca con los intereses que está tratando de salvaguardar Sheinbaum.
La pregunta es si la Presidenta podrá disciplinar a éste y los varios miembros de su partido que quieren hacer política escandalizando y envolviéndose en la bandera.
X: @leozuckermann