De acuerdo con gráficas y notas elaboradas para Gaceta UNAM por el doctor en Ciencias (Matemáticas) por la UNAM, Arturo Erdely, con base en los datos abiertos de la Secretaría de Salud de México, hasta el 17 de agosto de 2021, desde que inició la pandemia, ha habido 138 mil casos positivos de SARS-CoV-2 entre bebés, niños y adolescentes.
Se trata de casos confirmados acumulados en menores de edad, de los cuales siete mil han requerido hospitalización en todo México a causa de la enfermedad Covid-19.
Lamentablemente, en el país ha habido 725 defunciones confirmadas por la Covid-19 en menores de edad.
Por grupos de edad, durante la actual tercera ola de contagios los menores de 6 años han cuadruplicado el número de casos positivos con respecto al peor momento que vivieron durante la segunda ola. Los niños de 6 a 11 años han triplicado el peor momento de la segunda ola. Y los adolescentes de 12 a 17 años han duplicado su peor momento de la segunda ola.
En cuanto a hospitalizaciones, los tres subgrupos de edad también ya superaron, en la actual tercera ola de contagios, su peor momento vivido durante la segunda ola.
El gobierno federal ha decidido que los niños y adolescentes deben volver a las aulas a partir del próximo 30 de agosto, luego de un año y medio de tomar clases a distancia, a pesar de que la tercera ola de la pandemia está en su momento de mayor aceleración de contagios y muertes, de acuerdo con cifras oficiales de la últimas semanas dadas a conocer por la Secretaría de Salud.
Ante esta decisión, han surgido dudas entre las madres y los padres, entre los abuelos que se hacen cargo de los menores de edad, entre familias completas que titubean si deben mandar a los hijos a las escuelas o si es mejor esperar a que avance más la vacunación en todo el país, y acaso aguardar a que desciendan los contagios.
Las redes sociales se han llenado de debates y especulaciones. También de fake news. ¿Los niños se contagian o no les pasa nada? ¿Qué tanto puede afectar a los menores de edad el coronavirus? ¿Son susceptibles de ponerse graves si padecen la enfermedad Covid-19? ¿Y muy graves? ¿Y pueden morir?
Expertos de la Universidad y miembros de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus responden las principales inquietudes de la sociedad:
Guadalupe Miranda, pediatra, infectóloga y colaboradora del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS), indicó que la manifestación de la enfermedad por la Covid en los niños puede ser tan simple como un catarro común, es decir, pueden tener escurrimiento nasal, estornudos, tos y malestar general. Los más grandes también presentan dolor de cabeza; sin embargo, en general los síntomas tienen una duración que va de entre tres y cinco días.
Son pocos los niños que desarrollarán cuadros más graves, como en el caso de los adultos, aunque también pueden presentar neumonía y requerir hospitalización e incluso una asistencia respiratoria, oxígeno suplementario y hasta ventilación mecánica. Es decir, ser intubados.
De hecho, los menores de edad hospitalizados que tienen estas condiciones, incluso, pueden llegar a fallecer; no obstante, debe aclararse que la mortalidad en niños es baja, está calculada en alrededor de 1.5 y 3 por ciento, refirió.
Pero, comentó, hay otro evento que no es muy frecuente y se presenta sólo en los niños: el síndrome inflamatorio multisistémico, el cual se manifiesta de dos a tres semanas después de haber adquirido la infección.
“El niño incluso puede haber resuelto ya los síntomas iniciales; sin embargo, esta enfermedad, que sí es grave, cursará con una afección a todos los órganos y sistemas, principalmente cardiovascular, gastrointestinal e, inclusive, nervioso central, y los menores requerirán un tratamiento intensivo en una terapia con un monitoreo estrecho. En estos casos, la mortalidad asociada a este síndrome sí se eleva a alrededor de cinco por ciento”, alertó.
Respecto al regreso a clases, la académica universitaria opinó que es importante hablar con los niños sobre el uso correcto del cubrebocas, y también atender la parte emocional, preguntarles qué sienten, cuáles son sus miedos, y resolver todas sus dudas, porque ellos escuchan los comentarios de los adultos en casa al respecto o ven la situación de la pandemia en las noticias, y no tener la información adecuada puede ocasionar que se sientan temerosos de regresar a la escuela, concluyó.
Aunque el escenario que vivimos con la actual pandemia no cambiará mucho en las próximas semanas, es urgente que los niños regresen a las escuelas bajo una estrategia en la cual quienes integran la comunidad escolar sean corresponsables para asegurar un retorno y estancia seguros, señalaron académicos de la UNAM.
Samuel Ponce de León, coordinador del PUIS y de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus de esta casa de estudios, consideró que el regreso a las aulas es prioritario sobre todo en las primarias y secundarias, por razones como el desigual acceso a Internet para tomar clases a distancia, el rezago educativo que se vive en muchos lugares, el sedentarismo de los niños, o la violencia intrafamiliar presente en algunos hogares mexicanos, por mencionar algunas causas.
En su oportunidad, Mauricio Rodríguez, profesor de la Facultad de Medicina y colaborador del PUIS en el Plan universitario para la resistencia antimicrobiana, señaló que las comunidades escolares deben asumir el compromiso de sólo acudir a las escuelas si se está sano y no hay algún contagio cerca.
Mencionó que además de usar cubrebocas en todas las actividades que se realicen, se tiene que procurar mantener la sana distancia en la medida de lo posible, utilizar los patios, limitar los aforos en los salones y modificar los tiempos de las actividades que ocurren dentro de los mismos.
Recomendó no olvidar que los factores de riesgo en general para la complicación de la Covid son: retraso en la atención, automedicación, fallas para el diagnóstico y tratamiento inicial, descompensación de otras afecciones y no identificar cuando la evolución no es favorable, es decir, que la fiebre es persistente, no se controla fácilmente, cuando hay enfermedad respiratoria o algún otro fenómeno se agrega, como la deshidratación.