Fiel a su estilo, el presidente López Obrador ataca a quienes considera opositores a su manera de pensar. Lo hace no desde una invitación a dialogar y a construir a partir de reconocer lo que está mal y mejorar lo que se ha hecho bien (es decir con un ánimo constructivo y conciliatorio), sino desde la posición del que domina y doblega. La pregunta es si el Presidente ataca al enemigo correcto y cuál es la consecuencia.

Nuevamente se lanzó contra la clase media. Recreó una anécdota, al estilo de los comediantes de stand up. Parodió, con sarcasmo, una escena donde una señora de clase media (habrá que ver cuál es el criterio selectivo de quien le pasó la nota) llega a un centro de vacunación. Fue una comedia de buenos contra malos: «La gente humilde es muy agradecida, es muy buena, no se siente sabionda…», «…la vacunan, muuuuuchas gracias, muchísimas gracias… y gracias y gracias y gracias y bendiciones…»; mientras que a la persona de clase media la pintó altanera, mal educada y malagradecida. Desde esta lógica, es entendible que el Presidente no quiera que quienes están debajo de la clase media prosperen en conocimiento y situación económica; se volverán malagradecidos y no necesitarán el asistencialismo gubernamental.

Habrá que invitar al Presidente a que no vea como enemiga a la clase media, incluso a que la entienda. No se trata de un bloque homogéneo. En una de las formas de analizarla, podemos decir que se trata de tres segmentos, articulados a modo de una bisagra, cuyos extremos están unidos por un perno. Existe la clase media baja, la clase media típica y la clase media alta. Cada una con distintas características actitudinales y formas de ver el mundo. Uno de los rasgos de los países que ofrecen estabilidad y mejor calidad de vida es la movilidad social, que permite el progreso generacional. Si bien es deficitario en movilidad social, también tiene grandes logros en la materia. ¿Qué hay entonces detrás de «por el bien de todos, primero los pobres»? ¿Se trata de que vivan mejor, pero sigan siendo pobres? Me parece que un estadista debe apuntar a que haya menos pobres, esto implica que necesariamente suban por la escalera social y se conviertan en clase media.

El enemigo, si volvemos a la anécdota del Presidente, es la actitud altanera, la falta de gratitud y empatía, independientemente de la segmentación de clases. En todas las hay personas con características indeseables.

Otros destinatarios de los embates presidenciales fueron los consorcios de Oxxo y Bimbo, a quienes acusó de ladrones, «no quieren dejar de robar», que buscan mantener el caos; de beneficiarse por el tráfico de influencias en sexenios pasados y a quienes instó a arrepentirse y ayudar a sacar adelante la eléctrica. He mencionado que atacar a la clase empresarial como si fuera un monolito es un error, que ciertamente hay grandes fortunas en México que se han beneficiado al amparo y contubernio del poder. Les llamé incluso traidores. Sin menoscabo de que los abusos empresariales deben erradicarse, el presidente López Obrador no predica con el ejemplo, el enemigo es el corporativismo de cuates que parece ser sexenal. Cada régimen tiene sus grandes favoritos a quienes no les ve pecado (o se los perdona), y otro grupo al que convierte en villanos favoritos. Atacar con alta carga ideológica a la iniciativa privada no ayuda a generar confianza para atraer las que requiere el país. El enemigo tampoco son el capital y las utilidades, el enemigo son el tráfico de influencias, la evasión de impuestos, la baja productividad, el déficit en la creación de empleos bien pagados y la miopía gubernamental para no incentivar más de lo bueno.

Compárese cuando los actores sociales unen fuerzas. El de Jalisco y la iniciativa privada acordaron la creación de un fideicomiso para construir, equipar y dar mantenimiento a la infraestructura educativa del estado. Esto será posible a través de un aumento a un impuesto estatal sobre nóminas.

Más clase media, más y mejores necesita México (léase más recaudación de impuestos para un Estado más pudiente). Clase media y empresas no son el enemigo, sino las malas acciones. Esta falla en la mira atenta contra el progreso de México.

@eduardo_caccia

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