Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del sector energético aumentaron un 1.1% a 37 mil 400 millones de toneladas en 2023, señaló la Agencia Internacional de  (IEA por sus siglas en inglés).

La organización atribuyó el 40% del aumento de GEI en 2023  a sequías excepcionales que afectaron a la energía hidroeléctrica. Por el contrario, dijo que la expansión de tecnologías como la solar, la eólica y los vehículos eléctricos dio como resultado un menor aumento de las emisiones que el año anterior; dado que el crecimiento de la demanda total de energía se aceleró.

En este sentido, la energía limpia evitó dos tercios del aumento potencial de emisiones desde 2019. En otras palabras, sin el empleo de la energía limpia, el aumento global de las emisiones de CO2 en los últimos cinco años habría sido tres veces mayor, de acuerdo con la IEA. De 2019 a 2023, las emisiones relacionadas con la energía aumentaron en alrededor de 900 millones de toneladas. En las economías desarrolladas, cayeron a un ritmo récord a su nivel más bajo en 50 años, debido a la eliminación gradual del carbón.

Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, señaló:

 “La transición a la energía limpia ha pasado por una serie de pruebas de resistencia en los últimos cinco años y ha demostrado su resiliencia. Una pandemia, una crisis energética y la inestabilidad geopolítica tenían el potencial de descarrilar los esfuerzos por construir sistemas energéticos más limpios y seguros. En cambio, hemos visto lo contrario en muchas economías”.

La disminución de las emisiones de las economías avanzadas fue impulsada por una combinación de un fuerte despliegue de energías renovables; el cambio del carbón al gas, mejoras en la eficiencia energética y una producción industrial más débil. 2023 fue el primer año en el que al menos la mitad de la generación de electricidad en las economías avanzadas provino de fuentes de bajas emisiones, como las renovables y la nuclear.

Cabe mencionar que, la eliminación gradual del carbón redujo las emisiones del sector energético a su nivel más bajo en 50 años en las economías desarrolladas. El despliegue de la energía eólica y la fotovoltaica en los sistemas eléctricos de todo el mundo desde 2019, ha sido suficiente para evitar una cantidad de consumo anual de carbón equivalente al de los sectores eléctricos de India e Indonesia combinados; y para reducir la demanda anual de gas natural equivalente a las exportaciones de Rusia a la Unión Europea previo a la crisis geopolítica.

Sin embargo, la concentración de GEI en la atmósfera sigue aumentando constantemente y acelerando el cambio climático.

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