En el fuero interno de la mayor parte de los mexicanos prevalece el sentimiento de aborrecer la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador –en plena agonía del sexenio—por realizar giras meramente políticas en diversos estados de la República, acompañado por la presidenta electa , en una condición de “presentación en sociedad”, confirma solamente que estará detrás de ella en todo momento y en cualquier lugar, en aras de que se cumpla el “segundo piso de la Cuarta T”.

Los mexicanos conscientes estamos perfectamente claros de que, lo que ilusoriamente persigue el mandatario tabasqueño, es pasar a la historia como el “transformador de la vida de más de 130 millones de mexicanos, la mayoría oprimidos y pobres en extremo”, para no quedarse a la zaga de la transformación “del tamaño” de la Independencia de ; de la Guerra de Reforma –al frente de la cual luchó el Gran Mexicano Don Benito Juárez—o la Revolución Mexicana, que despertó el espíritu del progreso, la y una vida social pacífica.

La precandidata, candidata y ahora presidenta triunfadora en las urnas, Claudia Sheinbaum, ya recorrió el país y resultó favorecida por el de la mayor parte del padrón –36 millones de sufragios—¿qué más puede pedir? Si sus adversarios electorales reconocieron su triunfo, sólo le queda confirmar que su desempeño en los próximos seis años, a partir de octubre próximo, será mejor que el anterior, en honestidad, en impulsar el desarrollo económico, social y político, con verdad y “sin cántaros para nadar” y en un marco de justicia social, respeto a la Constitución y a la Justicia.

La característica fundamental de los tres movimientos sociales señalados, fue la exigencia de la “guerra verdadera”, con un costo de pérdida de vida de millones de mexicanos, inconformes con las condiciones paupérrimas en que se encuentra la mayor parte de la población, sin esperanza de revertirlas en breve tiempo. A pesar de todo, nuestros ancestros nos legaron una Patria libre acompañada de la esperanza de cambio y de búsqueda de nuevas oportunidades laborales, de y desarrollo social y económico, donde las familias tuvieran la capacidad de acceso a una mejor alimentación, y bienestar, entre otros propósitos.

Sin embargo, transcurridos poco más de dos siglos desde la Independencia de México, seguimos luchando por lograr un democrático, que no imponga su voluntad en el modo de vida de los mexicanos; que sepa cumplir con sus compromisos de gobierno; que no abandone a su suerte a los campesinos y productores del campo, a los pescadores, a los obreros, a los maestros de educación básica, sin perder de vista que este México, como país, es de todos los mexicanos.

Han transcurrido casi seis años del gobierno de Andrés Manuel, sin abrir espacios a la cordura ni tregua a la hora de “soltar” críticas a sus adversarios. Invariablemente “sus modos” son de enfrentamiento con diversos sectores de la vida social y económica del país, a cuyos dirigentes no deja de calificarlos en sus “mañaneras”, de “fi-fis”, neoliberales y dueños de la oligarquía.

“A todas luces”, López Obrador no cumplió con el compromiso de sacar de la a millones de mexicanos. Un ejemplo ilustra mucho: aumentó en nuestro país el número de pobres en más de 5 millones de personas. No cumplió con la promesa de campaña de crear cien universidades; ni por asomo creó un sistema de salud de los mexicanos “mejor que el de Dinamarca”, sin tener idea de que no hay proporción con México. Ese país escandinavo, solamente tiene una población cercana a 6 millones de personas (dato de 2022), contra 130 millones de mexicanos.

López Obrador mantuvo el adagio de “prometer no empobrece; dar es lo que aniquila”. Eso se tradujo en engaño, en particular a las juventudes con sus programas de “Sembrando vida”, “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Becas para Educación Básica”. Y también a las personas adultas, cuya mensualidad del programa de “Bienestar”, fue superada ampliamente por el galopante aumento de precios. “Se la llevó” la inflación en alimentos básicos y otros menesteres domésticos”, se quejan los adultos mayores.

En otro orden, ahora son tiempos de recapitulación de lo realizado en su gestión de gobierno. Las tres grandes obras –y seamos certeros al llamarlas “faraónicas”—simplemente no operan conforme a lo previsto.

Falta mucha inversión para que el aeropuerto de Santa Lucía “Felipe Ángeles”, sea ejemplo de prosperidad y orgullo de los mexicanos; el “Tren Maya” no opera de acuerdo con las expectativas; es ejemplo no solamente de dispendio de recursos económicos, sino de la mayor catástrofe ecológica vivida en México (talaron más de dos millones de árboles). Y la Refinería “Dos Bocas”, no sirve ni para festejar con un tamal de “chipilín”. (Para ser sinceros, fuera de Tabasco, apenas sabemos qué “chiva” es eso).

Ahora, muchos mexicanos que votaron a favor o en contra del partido del presidente, definieron el rumbo de este México nuestro el 2 de junio de 2024, por los próximos seis años, de manera que no existen razones para repetir recorridos estado por estado, en medio de una inconformidad social por haber realizado un mal gobierno, en particular en temas de nacional, con cerca de 190 mil muertos violentamente, más de 50 mil personas desaparecidas,  y una pésima estrategia para el combate y control de la pandemia de Covid 19, lo cual arrojó al menos 800 mil personas fallecidas, 37 periodistas asesinados.

Derivado de la pandemia, quedaron indefensas y en la orfandad muchos miles de personas que dependían en lo económico, de quienes fallecieron, además de más de 200 mil que quedaron huérfanos, sin que el gobierno haya asumido la responsabilidad de apoyarlos. Esto no se olvida.

Tampoco olvidamos que el gobierno federal monopolizó los recursos presupuestales. Solamente los ejerció López Obrador, López Obrador y López Obrador. Y cuando se equivocaba, pues López Obrador. Hubo un abandono evidente del sector rural, de la inversión para alimentos básicos, lo mismo que precios castigados para granos como maíz, frijol, arroz y trigo. También en cuanto a carnes de res, cerdo y pollo, así como en leche. La mayor parte para consumo nacional, se importó del país vecino del norte.

Quedará para la Historia el hecho de que, las presentes generaciones de mexicanos, vivimos la frustración de que el presidente López Obrador destruyó las instituciones gubernamentales que, valga señalar que costaron mucho esfuerzo, capacidad y dinero. Las 19 Secretarías de Estado no cumplieron con sus responsabilidades a cabalidad. Uno que otro secretario lo acompañaba en sus sesiones mañaneras. Casi todos en el ostracismo.

En gran parte del periodo gubernamental que está por concluir, en las conferencias “mañaneras” con toda seguridad figuró mucho más la dama que “resume las mentiras”, que, por ejemplo, los secretarios de Agricultura, de SEDATU, Función Pública, Salud, Relaciones Exteriores, Economía, Hacienda y Crédito Público, Banco de México, etc. etc. Etc.

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