Los gobiernos populistas autonombrados de izquierda como el que ha gobernado el país desde hace seis años se caracterizan  por su discurso retórico en favor de un  concepto secuestrado de pueblo, su oposición a las élites económicas y un enfoque redistributivo de la riqueza. Buscan favorecer a los que consideran excluidos  o marginados del desarrollo, implemen tando políticas que prioricen la justicia  social y la inclusión económica, ello bajo  la rectoría e intervención estatal directa en la actividad económica, con lo cual buscan asegurar que se reducirán las  desigualdades. 

SI BIEN LA INTENCIÓN ES APLAUDIBLE, ES LUGAR COMÚN QUE ESTOS GOBIERNOS NO  REPAREN EN LOS GASTOS QUE ELLO IMPLICA Y TIENDAN A GENERAR DÉFICITS INCONTROLABLES Y SOBREENDEUDAMIENTO.

Si bien la intención es aplaudible, es lu gar común que estos gobiernos no reparen  en los gastos que ello implica y tiendan a  generar déficits incontrolables y sobreendeudamiento. Lo complicado se presenta  en escenarios de crecimiento mediocre  como el que caracteriza a nuestro país  desde hace lustros. 

Los estados populistas buscan reconfigurar el orden institucional existente y reemplazarlo con un régimen que ponga en el centro de su accionar a su concepto de pueblo, concentrando el poder y reduciendo los espacios para que se exprese la oposición, las élites e incluso los medios  de comunicación. 

El primer objetivo planteado por los  gobiernos, pero especialmente los de izquierda es redistribuir la riqueza, suele ser puesto como piedra angular de las políticas económicas de estos regímenes.  Para lograrlo establecen medidas de fiscalización e incluso especiales a las grandes fortunas y ganancias, en particular este ha sido exitoso en  reducir la evasión y elusión fiscal de los  grandes contribuyentes. Según informes  del Servicio de Administración Tributaria  (SAT) en lo que va del sexenio (dic 2018- jun 2024) se han recaudado 21.2 billones  de pesos, 7.0 billones más que en el sexenio anterior y que significa un incremen to de 14.1 por ciento en términos reales. 

Por su parte la creación de programas sociales universales tiene como objetivo de política reducir las desigualdades socioeconómicas. De acuerdo con los montos aprobados en los PEF de 2019 a 2024, el gasto social se ha incrementado 29 por ciento real durante el sexenio, un monto acumulado de 19.3 billones de pesos. Las  políticas expansivas de y redistribución pueden generar en el corto plazo si se implementan en un contexto de mercados laborales deprimidos; sin embargo, en el largo plazo suelen enfrentar problemas de sostenibilidad. 

El exceso de gasto público lleva indefectiblemente a déficits fiscales, deudas crecientes y presiones inflacionarias, lo que termina afectando la estabilidad macroeconómica. Al cierre del sexenio las públicas están seriamente com prometidas debido a la significativa   de más de 15 billones de pesos y al creciente déficit presupuestario que rebasa  el 5 por ciento del . Bomba de tiempo que el nuevo gobierno heredará para dar continuidad a las políticas populistas. La economía mexicana ha estado atrapada en lo que se conoce como la “trampa  del crecimiento mediocre”, un fenómeno que ha llevado a tasas de crecimiento anuales menores al 2 por ciento durante los últimos 25 años. Durante el presen te sexenio el crecimiento del PIB apenas alcanzará una tasa del 0.8 por ciento en  promedio anual, un indubitable sexenio perdido en materia de crecimiento y quizá también en materia de estado de derecho. No se puede soslayar que entre los principales factores que han contribuido al estancamiento económico del país son los añejos problemas estructurales que  siguen sin ser resueltos, a los que habrá que agregar la ineficiencia en materia de  política económica que se ha implementado y que se ha caracterizado por un gasto público improductivo. 

Consecuencia de la trampa del crecimiento es el estrechamiento del ingreso per cápita, el cual durante el sexenio tendrá un crecimiento nulo. Si bien los incrementos salariales y los programas sociales han aparentemente reducido la pobreza por , la mediocridad del crecimiento limitará la creación de bases más sólidas y permanentes para el desarrollo social.

El reto del nuevo gobierno, si desea continuar con las políticas populistas es abordar los problemas estructurales y promover un crecimiento inclusivo mejor fundamentado para garantizar un futuro económico más próspero para el país.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®

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