El régimen que ha gobernado el país desde 2018  inicia su “segundo período” con el pie izquierdo,  enfrentando varios frentes abiertos e inconclusos en temas políticos y  sociales. En lo económico, las finanzas públicas  están erosionadas, hay un  creciente costo de la deuda y una baja en la percepción de su calidad; se  ha perdido atractivo para  la inversión extranjera;  el mercado laboral es débil y, además, se suma un  conflicto comercial con  su principal socio comercial. Todo esto ha llevado  a un decremento en la actividad económica, confirmando la preocupante  incapacidad para crecer  lo necesario en los próximos años. 

Recientemente, el  dio a conocer que,  de acuerdo con su indicador oportuno, el PIB nacional habría decrecido un  0.6 por ciento en términos  reales en el cuarto trimestre de 2024 respecto al trimestre inmediato anterior, una situación que no  se presentaba desde 2021.  En términos anualizados, se registra un crecimiento de 0.6 por ciento, el más bajo  desde la pandemia. 

Con ello, se estima que la economía habría crecido en  2024 a un ritmo del 1.3 por ciento, con cifras ajustadas  por estacionalidad. Esto confirma las estimaciones de  Consultores Internacionales, S.C., sobre los magros resultados de la política económica y refuerza el planteamiento de que el pasado fue materialmente un sexenio  perdido en materia económica. 

Cabe señalar que el sector primario ha mostrado el menor crecimiento, afectado particularmente por la severa  crisis climatológica que ha provocado grandes sequías y  los efectos de los huracanes. Sin embargo, el mayor daño  lo ha causado la aparente indiferencia del al no  instrumentar programas sólidos y bien financiados que  incentiven la recuperación del sector; más bien se ha recurrido a paliativos como transferencias monetarias que  resultan improductivas. 

Plantear que la economía puede estar entrando en un  ciclo de recesión es más que una crítica destructiva; es una  llamada de atención para que nos pongamos las pilas. Los  resultados ciertamente no son favorables: en 2024 se crearon apenas poco más de 200 mil empleos formales, menos de un tercio de lo creado en años anteriores, lo que ha  acrecentado la informalidad, que supera el 50 por ciento  de la ocupación. A esto se suma la crisis de desocupación  entre los migrantes deportados en los próximos meses.

De igual forma, la inversión privada se ha estancado y la inversión  extranjera brilla por su  ausencia en términos de  nuevos flujos, que se esperaban vía relocalización.  La desconfianza en el  es sin  duda una de las razones;  sin embargo, ahora también debemos considerar  la pérdida de competitividad debido a la imposición de generalizados al comercio con  EE. UU., lo cual cancela de  facto el T-MEC. 

El tema de una posible  crisis relacionada con el  es sin  duda una nueva preocupación. La economía depende un 80 por ciento de  estas actividades, por lo que no solo implicaría una pérdida de competitividad internacional; también podría presentarse un repunte en la  inflación, mayor volatilidad en el mercado cambiario, ruptura de cadenas de producción, alto desempleo en sectores  vinculados con el comercio exterior como las manufacturas y una ampliación de la crisis agrícola, lo cual podría  seguir deteriorando el crecimiento y sus efectos dañinos. 

Un menor crecimiento económico impacta directamente  sobre la demanda interna, especialmente el consumo de  los hogares, que se vería afectado por el desempleo, la informalidad y la inflación. Los programas sociales podrían  resultar insuficientes debido a que las finanzas públicas  han perdido holgura por la necesidad de reducir el déficit  y disminuir la creciente carga de la deuda. También está  comprometida la instrumentación del Plan , que  hasta ahora es solo un conjunto de buenas intenciones. 

El inicio del sexenio es complicado; si el país entra  en crisis, el daño sobre la ya deteriorada cohesión social podría extenderse. Es necesario reorientar estrategias, pero para ello es fundamental sacudirse ideologías, confrontaciones y polarizaciones. Es esencial  unir voluntades y liderazgos para recuperar una visión  unificada del país. 

El autor es presidente de Consultores  Internacionales, S.C.® 

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