Es clara la necesidad de liberar a Irán de los ayatolas -encumbrados en el poder por Francia y Estados Unidos– y permitirle a su gente vivir libremente. Muchas minorías están a la expectativa esperando el cambio de ‘ideología’ de las guardias revolucionarias para evitar una masacre civil.
Es claro que el peligro de crear un nuevo Irak es enorme sobre todo ante la demostrada incapacidad tanto de estadounidenses como de europeos e israelíes de saber «ganar la paz» y también es evidente que la victoria en Irán repercutirá positivamente en Netanyahu. Al igual que en el pasado el gobierno israelí, ahora más que nunca- quedará en libertad de continuar sus políticas expansionistas que no dan espacio a la autonomía -ni siquiera cultural- para los palestinos.
Es obvio que una población palestina sin representación democrática y sin participación en el beneficio económico de la región quedará ahí, como espada de Damocles, amenazando la paz local y regional.
Es seguro que si se apoyara a los palestinos liberales -no armando pandillas de ISIS para que ataquen a Hamás y viceversa- sino para ofrecer una nueva opción de independencia o por lo menos autonomía cultural, ellos podrían controlar/eliminar/convencer a los extremistas para que todos puedan tener una vida mejor.
La caída de los ayatolas permitirá a los sauditas invertir libremente en la región; si la inversión es en conjunto con la tecnología israelí y las empresas americanas toda la población podría disfrutar de una bonanza económica que beneficie a todos y garantice la paz local y regional por décadas.
Es necesario que para que esto suceda, los extremistas deben desaparecer del escenario político incluyendo tanto a los islamistas como a los jerutianos y, que mientras Netanyahu se aferre al poder, el poder real estará en manos de los radicales israelíes que impedirán cualquier posibilidad de acuerdo de convivencia con los palestinos.
Así, es comprensible que las organizaciones judías estadounidenses y europeas estén hartas de tener que defender las agresiones netanyanistas contra la población civil palestina y quisieran ver una solución inteligente al conflicto.
Si bien Netanyahu al agredir a Irán hizo posible la paz regional, al mismo tiempo, con sus aliados de extrema derecha hace imposible cualquier solución real. Por lo que las organizaciones judías, con la claridad que les da el conocimiento de la historia y la observación de la realidad política se oponen a seguir apoyando a un líder populista que necesita del caos para sobrevivir políticamente.
Denle amnistía a Netanyahu (para que no necesite generar más conflictos para mantenerse fuera de la cárcel); denle espacio a los palestinos locales y a los del exilio para que inviertan en una Palestina secular y económicamente factible, den espacio a las inversiones -no a donativos- de todo el mundo para que creen empresas y negocios que generen empleos para los palestinos, israelíes, jordanos y a todos los que quieran trabajar en la región, para que, con el «anzuelo» del beneficio personal, familiar y finalmente comunitario se atraiga a lo mejor de todos los involucrados.
Sin Irán -y eliminando los subsidios de Qatar- Hamás, Hezbollah, los hutíes, los ayatolas y los talibanes darán espacio a mentes más productivas y pacíficas. Una Palestina libre de Hamás, un Líbano libre de Hezbollah, una Siria libre de populistas, más un Israel libre de las garras de los radicales religiosos serían una fórmula de éxito fantástica para todos los involucrados, incluyendo los propios extremistas de hoy.
Si, todo esto es posible ahora que Irán está fuera de la pichada y Netanyahu finalmente tiene -quizá- una guerra ganada (hay que recordar que no ha querido/podido ganar en Gaza, ni liberar a los rehenes, ni pacificar los territorios cada vez más ocupados) podría aprovechar esta victoria -digna de ser amplia y totalmente reconocida para finalmente ganar la guerra más importante: la de la paz para la region, para Israel y para sus amigos que cada día son menos por culpa no, no del antisemitismo sino de las políticas de Netanyahu en los territorios ocupados, cuya eliminación permitirá a los jóvenes judíos de Estados Unidos y Europa y según vemos ahora también a sus organizaciones comunitarias, volver a apoyar a Israel como una nación amante de la paz que desafortunadamente no ha tenido un liderazgo interesado en ganar la paz. Si esto último es posible, aunque no es tan patente.
Por cierto, vean hacia Singapur para ver que tan innecesario es, en esta época, dominar físicamente los terrenos de otros para generar riqueza y bienestar. Israel tiene todo lo necesario, población inteligente, alta tecnología, network internacional que le permite crecer; lo último que necesita es mantenerse en guerra para apoyar a unos cuantos colonos extremistas para que mantengan el control de una tierra que ni es necesaria, ni es de ellos.
Si empiezan ahora y ganan la paz, los palestinos los seguirán y los extremistas de ambos bandos se disiparán.