Una buena noticia: los mexicanos están muy interesados en la elección presidencial de julio. No lo digo yo ni las encuestas de opinión; lo dicen los índices de audiencia del debate del domingo pasado. Fueron excelentes para un evento político en los medios de comunicación.

Vemos los números. De acuerdo con un reporte del Instituto Nacional Electoral (), el domingo, 11.4 millones de personas mayores de 18 años vieron en algún momento el debate por televisión abierta. Esto representa el 12.75% de la lista nominal de los votantes mexicanos. Otro dato: dos de cada cinco personas con televisión encendida en ese horario sintonizaron el debate. Fue el programa más visto a esa hora. El alcance del primer debate de 2018 fue diez veces más al del primer debate de 2012: 1.4 millones versus 11.4 millones, un incremento impresionante.

El comunicado del Instituto Nacional Electoral también da cuenta de la gente que vio el debate en las nuevas plataformas mediáticas: 4.8 millones de reproducciones en Facebook, 950 mil espectadores por el Periscope de Twitter y 885 mil reproducciones en YouTube.

La suma entre televisión y nuevas plataformas mediáticas es de más de 18 millones. Si entiendo bien, a esos números faltan los que vieron el debate por televisión de paga y en otros medios de internet como los sitios de las televisoras que se trasmiten por internet. No tengo los datos, pero con afán de continuar con el optimismo, digamos que unos 20 millones de personas vieron el debate del domingo. Un exitazo.

Ayudó, y supongo que mucho, el nuevo formato. Hay que felicitar al INE que tuvo la voluntad y el arrojo de organizar algo diferente. No se quedó en la zona de confort que tanto le gusta a los candidatos, es decir, el “no debate”. En honor a la verdad, a los ciudadanos nos daba una flojera enorme los antiguos dizque que no eran auténticos. El domingo, con todo y las restricciones que lograron las campañas imponer a la propuesta original del Instituto Nacional Electoral, sí hubo una especie de intercambio de ideas y ataques.

Esto tiene un gran valor porque, después del domingo, será muy difícil regresar a las épocas de formatos rígidos y aburridos. Al revés, hay que seguir presionando para llegar a debates donde sí haya intercambios más directos entre los candidatos. Un ejercicio de argumentación y contraargumentación donde los moderadores sólo se encarguen de que ninguno de los contendientes abuse del tiempo. Felicidades, entonces, al Instituto Nacional Electoral, pero no nos conformemos con lo ganado el domingo. Sigamos transformando para que algún día los debates mexicanos no sean copia de formatos de otros países, sino ejemplo para otras naciones de lo que hay que hacer para contrastar las opiniones y propuestas de aquellos que pretenden gobernarnos.

Otra buena noticia ha sido la gran cantidad de debates en los medios a propósito del debate presidencial. Muchos y de sustancia. Tanto los de representantes de los candidatos como los de analistas, comentaristas y académicos. En el de hoy, por fortuna, existen varios espacios de opinión en los medios donde prevalece la libertad, pluralidad y sustancia.

Todo esto, huelga decir, no existía en México hace treinta años. Hoy es una realidad. En lo personal, me tocó vivir en ese país donde los candidatos no debatían porque ya se sabía quién iba a ganar (el del PRI) y no existían espacios de opinión especializada sobre la en los medios porque el régimen no los permitía. Los debates y postdebates son una conquista de la liberal. El hecho de que haya muchos mexicanos interesado en verlos es una estupenda noticia que hay que celebrar.

En esta elección, mucha gente me pregunta si podríamos regresar a un México autoritario como el del pasado. Es un cuestionamiento relevante porque, como sabemos, las democracias liberales son un régimen político frágil que puede caer en cualquier momento por distintas circunstancias. Pero, cuando veo lo sucedido esta semana —los altos índices de audiencia del debate, el nuevo formato y la cantidad y sustancia de los múltiples post-debates—, me quedo con la sensación de que va a ser muy difícil una regresión al pasado autoritario. Ojalá no esté exagerando.

Twitter: @leozuckermann

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