Las grandes palabras motivan para superar problemas que se ven imposibles de vencer: guerras, pandemias, catástrofes de la naturaleza, etcétera. Hoy, en medio de la pandemia mundial del coronavirus, recupero algunos discursos, frases, pensamientos que tienen este objetivo.

Comienzo con mi favorito. En 1940, el día que tomó posesión Winston Churchill como primer ministro del Reino Unido, en medio del caos por la guerra, dijo en el Parlamento:

“No tengo nada que ofrecer salvo sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Tenemos ante nosotros un desafío de lo más doloroso. Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y sufrimiento. Me preguntan, ¿cuál es nuestra política? Puedo decirles: es hacer la guerra, por tierra, por mar y por aire, con todas nuestras fuerzas y con toda la fortaleza que Dios pueda darnos; hacer la guerra contra una monstruosa tiranía, nunca superada en la lamentable de la criminalidad humana. Esa es nuestra política. Me preguntan, ¿cuáles son nuestros objetivos? Responderé con una sola palabra: la victoria, victoria a cualquier coste, victoria a pesar de cualquier terror, victoria, no importa lo largo y duro que el camino pueda ser, porque sin victoria, no hay supervivencia”.

En estos tiempos de polarización, incluida la pandemia, recupero el discurso de la película Invictus que, supuestamente, dio Nelson Mandela en apoyo de Los Springboks, equipo de rugby de los afrikáners, los supremacistas blancos que discriminaron y violentaron a los negros en Sudáfrica:

“Nuestro enemigo ya no son los afrikáners, ahora somos compatriotas y compañeros de y para ellos lo más sagrado es su equipo de rugby y si les arrebatamos eso les perderemos. Les demostraremos que somos como ellos temían que éramos. No podemos caer tan bajo, tenemos que sorprenderles con compasión, templanza y generosidad”.

Precioso, en esta coyuntura, el verso de Lope de Vega en Los guanches de Tenerife:

“El cielo, el mar, las ondas y los vientos

favorecen su justa confianza.

Si no salís al paso, rendíos luego,

que es gente que en el agua enciende fuego”.

Dijo el independentista estadunidense Patrick Henry en su discurso Patria o Muerte, en 1775:

“Nos dicen, señor, que somos débiles; incapaces de enfrentarnos a tan formidable adversario. Pero ¿cuándo seremos más poderosos? ¿Será la próxima semana o el próximo año? ¿Será cuando estemos totalmente desarmados, y cuando la guardia británica sea alojada en nuestras casas? ¿Vamos a hacernos más fuertes mediante la indecisión y la inactividad? ¿Vamos a obtener los medios para una resistencia efectiva reclinándonos sobre nuestras espaldas y abrazando el engañoso fantasma de la esperanza hasta que nuestros enemigos nos hayan atado de pies y manos?”.

Otra arenga de una película, Un domingo cualquiera, donde el entrenador Tony D’Amato les dice a sus jugadores antes de un partido crucial:

“O bien, nos rehacemos como equipo o nos desmoronamos centímetro a centímetro, jugada a jugada, hasta que estemos acabados. Estamos en el infierno, caballeros. Créanme. Y podemos quedarnos aquí y que nos den una paliza, o podemos luchar y abrirnos paso de nuevo hacia la luz. Podemos salir del infierno centímetro a centímetro. O luchamos como equipo o morimos como individuos”.

Recordemos la frase del escritor G.K. Chesterton: “El verdadero soldado no lucha porque odia lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás”.

Era un loco, pero sabía arengar a sus tropas; me refiero al general Patton, quien, en 1944 mandó con estas palabras a su a luchar:

“No todos ustedes van a morir. Solo el 2% de los que están hoy aquí morirá en combate. No se debe temer a la muerte. Con el tiempo, la muerte le llega a todo hombre. Y todo hombre está asustado en su primera batalla. Si dice que no lo está, es un maldito mentiroso. Algunos hombres son cobardes, pero luchan igual que los hombres valientes o se les retorcerán las tripas al ver a hombres luchar que están igual de asustados que ellos. Recuerden que el enemigo está tan asustado como ustedes y, probablemente, incluso más. No son superhombres. El verdadero héroe es el hombre que lucha, incluso cuando está asustado. Algunos logran superar su miedo inmediatamente una vez bajo el fuego, a otros les lleva una hora, algunos necesitarán días, pero un verdadero hombre nunca permitirá que su miedo a la muerte se anteponga a su honor, a su sentido del deber para con su país y para con la humanidad”.

Cierro con la máxima de John F. Kennedy al tomar posesión como presidente, ideal para la coyuntura actual:

“No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”.

 

                Twitter: @leozuckermann

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