La promesa de campaña era crecer al 4% anual, el doble que durante el periodo neoliberal. Cuando se le preguntaba al candidato López Obrador cómo se lograría, respondía “es que ya no va a haber ”. Esta misma respuesta, en realidad, la usaba para todo tipo de problemas. Sin corrupción, se convertiría en el Paraíso. Sin corrupción, tendríamos un boom económico de magnitudes nunca vistos en más de tres décadas.

Promesa incumplida.

La semana pasada, el Inegi dio a conocer las cifras del Producto Interno Bruto () del primer trimestre de este año.

Durante estos tres meses, se observó un avance del 1% con respecto al último trimestre del 2021.

No está mal si se toma en cuenta que la estaba prácticamente estancada desde la segunda mitad del año pasado. Pero no es motivo para echar las campanas al vuelo. Una golondrina no hace verano. La realidad es que este sexenio ha sido muy malo en términos de .

Los números no mienten. Desde que tomó posesión como Presidente, la economía dejó de crecer. 2018, el último año de Peña, la economía subió un 2.2%. 2019, el primero de AMLO, el PIB bajó -0.2%.

Luego vino la pandemia que produjo una caída de -8.2% en 2020, el peor descalabro desde la Gran Depresión de los años treinta. Después llegó el inevitable rebote, pero la recuperación resultó por debajo de lo esperado. En 2021, el PIB creció 4.8%.

Para entender la magnitud del fracaso económico de este gobierno van tres datos.

Primero, México, junto con Argentina, son los únicos países del continente americano cuya economía todavía no se recupera al nivel que tenía antes de la pandemia del covid-19. Terminando el primer trimestre de este año, el PIB se encontraba en un 99% del observado el cuarto trimestre de 2019.

Segundo dato. El PIB real, en billones de pesos descontando la , está al mismo nivel que tenía en el cuarto trimestre de 2016. Hoy, el tamaño del pastel de la economía mexicana es igual al de hace seis años.

Pero en estos cuatro años de López Obrador, la población ha crecido. Por tanto, el tercer dato es el PIB per cápita, es decir, la división del pastel entre todos los pobladores del país.

Ahí estamos al mismo nivel que en 2013: más de ocho años de retroceso.

Son muy malos números. En crecimiento de la economía, López Obrador ha resultado peor Presidente que Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.

Regresemos al diagnóstico del entonces candidato López Obrador. La corrupción era el problema que estaba ralentizando a la economía. Si se extirpaba este tumor, se lograría el anhelado crecimiento de 4% anual.

Una de dos. O el diagnóstico de AMLO estaba equivocado o la corrupción sigue presente en México. También es posible que sean verdad estas dos hipótesis juntas. Es lo que yo pienso.

La academia mundial ha producido múltiples estudios que demuestran que la corrupción no afecta necesariamente al crecimiento económico de un país. En 2015, el académico Chiung-Ju Huang demostró empíricamente que no hay ni correlación ni causalidad entre estas dos variables en 12 de los 13 países de la región de Asia y del Pacífico. La única excepción fue Corea del Sur.

La corrupción, sin duda, es muy perniciosa para una sociedad. Pero en Estados donde existen miles de leyes y regulaciones ridículas que dificultan la acción del mercado, la corrupción puede convertirse, como han argumentado muchos autores, en el “aceite que lubrica” a la economía.

No justifico a la corrupción. Para nada. Pero el diagnóstico de AMLO estaba errado. Si se pretendía un mayor crecimiento económico, se requería algo más que terminar con la corrupción. Lo que AMLO nunca logró, y se ve difícil que obtenga, es la confianza de los empresarios para invertir más.

Tampoco descartemos la segunda hipótesis, es decir, que este gobierno no ha extirpado el tumor de la corrupción.

En la más reciente edición del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, México mantuvo una calificación deplorable que lo ubicaba en la posición 124 de los 180 países evaluados en este estudio. En corrupción, somos el país peor evaluado de los 38 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

En suma, ni el diagnóstico de AMLO era el correcto ni se ha resuelto la corrupción nacional. El resultado está a la vista de todos: un sexenio de crecimiento económico perdido. Ah, pero eso sí, qué ocupados nos mantiene el Presidente con la trascendental decisión de asistir o no a la Cumbre de las Américas.

Twitter: @leozuckermann

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