Conflictos, problemas, hasta accidentes, podrían evitarse entendiendo el concepto de perspectiva. Si uno es capaz de ver las cosas desde otro ángulo, surge una nueva forma de la realidad. Es como si pudiéramos crear un observador ajeno a nosotros para que vea con «otros ojos» y luego se forme un criterio. Aparece entonces una aparente contradicción, esa otra mirada ya no es la propia, pero sigue siendo nuestra.

Cuando un automovilista tiene una ponchadura de llanta, se orilla y pone una señal de advertencia, generalmente un triángulo reflejante de color vivo, en la parte posterior, a cierta distancia. ¿Cómo se determina esa distancia? Depende de la perspectiva. Generalmente la gente coloca la advertencia a una distancia ridículamente corta, pero no lo ve así. El conductor camina a unos 5 km/hr y siembra la señal; apenas a unos pocos metros de su auto. El automovilista que viene atrás transita 12 veces más rápido, a 60 km/hr. Para surtir efecto preventivo, el conductor detenido tendría que haber puesto la señal a una distancia muchísimo más grande de lo que lo hizo. Esto sería posible si tuviera otra perspectiva para juzgar: no desde su realidad de peatón, sino desde la realidad de otro conductor. Muchos accidentes de tránsito se evitarían si adoptamos otra perspectiva en la vía pública.

La perspectiva está condicionada por temas externos (como la escala) e internos (como la ideología o nuestro código cultural). De haber clases de perspectiva, aprenderíamos a tener la sensibilidad para mirar con otros ojos. Esto disminuiría la polarización y el enfrentamiento, especialmente en un año electoral e intenso, como el 2024.

En su sátira filosófica de 1752 «Micromegas», Voltaire narra el viaje interplanetario de dos gigantes, uno, Micromegas, tan largo como más de 33 kilómetros de altura y 120,000 años de edad, que viene de un planeta de escala (talla y tiempo) distinta a los humanos. Cuando llega a la Tierra, su tamaño hace muy complicado captar lo que ahí sucede. Camina por los océanos que le llegan, algunos, a las rodillas. Ve unas criaturas pequeñísimas que coloca en su uña para observarlas mejor: ballenas. Los seres humanos son para él, tan, pero tan pequeños, como microbios imperceptibles. Cuando logra verlos con un lente de aumento se pregunta si tendrán alma, o inteligencia; se sorprende de que puedan hablar y razonar. Por su parte, los terrícolas, incapaces de captar el tamaño de Micromegas en la cercanía, escuchan una potente voz como si les hablara el cielo. Se trata de dos perspectivas, dos realidades, que juzgan en función de su punto de vista, escala e ideología (es decir prejuicios).

Cuán vigente es la moraleja volteriana. Bajarnos de la arrogancia, del , de la cancelación del otro por causas ideológicas y fobias políticas para ver otra realidad y, aunque tal vez uno de los lados tenga más razón que el otro, al menos construir un puente de entendimiento. Así, tal vez las grandes obras promovidas por el de López Obrador, como los trenes, Maya o Transístmico, dejarían de ser obras inútiles y un despilfarro, para ser vistas como obras cuya utilidad y justificación no competen a la escala utilitarista de unos, sino que persiguen fines para influir en la realidad de otros, para quienes sí representa un avance. O viceversa.
El punto es ser capaces de emitir un juicio desde otra mirada, otra perspectiva. Así, mientras unos ven el absurdo, otros ven proezas de la ingeniería mexicana que ha sido capaz de construir aeropuertos, vías ferroviarias y puentes notables, en tiempo récord.
Para unos es más que merecido el aplauso a los mexicanos, que durante jornadas de día y de noche han estado alejados de sus familias para hacer posible estas obras, para otros, que no ven a esos seres (como Micromegas a los humanos), todo es criticable.

El fanatismo es enemigo de la diversidad de perspectiva (ergo, de la ). Si de entrada descalifico una obra porque «la hizo un impresentable» o la justifico porque «atenta contra los intereses conservadores», me va a costar cambiar de perspectiva. La opinión objetiva es aquella que puede transitar entre los extremos y es capaz de ver pros y contras, matices, no sólo blancos o negros.

Cambiar de perspectiva no es señal de debilidad sino de inteligencia.

@eduardo_caccia

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