La de se caracteriza por las confrontaciones y no me refiero necesariamente a las actividades bélicas, sino a la dualidad de la que siempre nos hemos valido para sentenciar el paso del tiempo. Los mexicanos somos extremistas al evaluar, no aceptamos las medias tintas. Idealizamos “héroes” y pulverizamos a los “villanos”. Construimos figuras heroicas con dejos de divinidad, casi perfectos, inmaculados. Los “malos”, en cambio, son la viva imagen de Satán, el error hecho carne, la omisión en persona.

Según el Diccionario de la lengua española, un héroe se define como una persona “que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble”, que es “ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes”, o a quien “alguien convierte en objeto de su especial admiración”. También es el o la “Protagonista de una obra de ficción”. Si recapitulamos, destacan la abnegación, la nobleza, las hazañas, las virtudes, la admiración, el protagonismo y…la ficción. Así es, en nuestro afán por vanagloriar a algunos de nuestros semejantes, los idealizamos, aunque para ello tergiversemos la realidad. De esa manera, surgen las “leyendas vivas”, “los salvadores de la patria”, “los padres del México moderno”.

En contraparte, el concepto de villano, según la misma fuente, es breve, conciso y preciso: “Rústico o descortés”, “Ruin, indigno o indecoroso”, y “Personaje de ficción malvado, antagonista del héroe”. De nuevo: ficción. Sin embargo, los mexicanos adoptamos al rumor, la leyenda y la suposición como una ley escrita en piedra. Para empezar, prestamos más atención a los chismes que a las reglas. El morbo se apodera de nosotros, mientras el deber sólo merece nuestro desprecio.

Unos personajes y “personajas”, dirían los conocedores de hoy, son buenos; los restantes, por ende, son malos. Reaparece la dicotomía: por un lado, Niccolò Macchiavelli (1469-1527), aseverando que: “El hombre es malo por naturaleza a menos de que se le precise ser bueno”; por el otro, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), convencido de que: “El hombre es bueno por naturaleza, pero lo corrompe la sociedad”. La interrogante en el aire es: ¿dónde queda el justo medio? ¿El equilibrio? ¿La balanza?

¿Por qué hablar de esto ahora? Todo momento es bueno para reflexionar acerca de nuestro actuar, el cual, en demasiadas ocasiones, deriva de hábitos bastante cuestionables sobre los cuales ni siquiera pensamos. Más bien, como diría un personaje de la película “Su excelencia”, protagonizada por Mario Moreno “Cantinflas”, parecemos autómatas, es decir, actuamos sin reflexionar sobre nuestras decisiones.

En días previos, mis estudiantes de la asignatura de Administración Pública y quien esto escribe analizamos las principales acciones implementadas durante los sexenios en el siglo XX. Cuando les pedí identificar medidas positivas adoptadas por los exgobernantes, me sorprendió, pero me angustió más, la pregunta en la que coincidieron varios de ellos: ¿qué pasa si no encontramos algo bueno durante el de “tal” o “cual” presidente? Lo anterior me llevó a sopesar como, injustamente, las generaciones de mexicanos que aún vivimos hemos sido inculcados para formar nuestro criterio de una manera polarizada, incluso prejuiciosa. Es cierto que sobraron los errores, excesos y abusos, pero algo bueno también tuvo que haber ocurrido en todo ese tramo que hemos atravesado.

Ruego al lector que no entienda mi observación como una defensa o ataque hacia una persona, sino a la imperiosa necesidad de fomentar y fortalecer el criterio amplio, tolerante y lo más distante posible del fanatismo. Soy un convencido de que la historia y, sobre todo, las futuras generaciones, lo valorarán y mucho. Es la hora…

Post scriptum: “Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”, Aristóteles.

*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).

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El autor es escritor, catedrático y analista político, Estudió la Maestría en Comunicación Estratégica para Gobiernos y se ha especializado en Comunicación Contemporánea y Marketing Político; Ciencias y Desarrollo Político; Estrategias y Gestión de Campañas Electorales, y Formación Ciudadana Cívico-Electoral, principalmente. Se ha desempeñado como servidor público federal y municipal así como en el extranjero; docente universitario, analista político y columnista. Es miembro activo de la Agrupación Política de Baja California, de la cual ha sido tesorero, secretario y presidente de la comisión de Educación, a través de la cual editó el cuadernillo cívico “Mi patria es primero”.

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