Ayer hacía la reseña de la mejor novela que leí este año. Hoy, como prometí, hago lo propio del libro de no ficción que más me gustó. No soy muy fan de los largos de ensayo que tratan de explicar muchas cosas. Varios amigos, sin embargo, ya me habían recomendado leer Sapiens. De animales a dioses: Una breve de la humanidad, de Yuval Harari. En Amazon lo promovían como una lectura sugerida nada menos que por Barack ObamaBill Gates y Mark Zuckerberg. Reticente, lo compré. Me gustó enterarme que el autor se había inspirado en otro libro del estilo que me había gustado: , gérmenes y acero, de Jared Diamond. En fin, que comencé a leerlo y me encontré con una joya. Desde la primera página, me atrapó.

Harari comienza con la evolución del homo sapiens en las sabanas, donde éramos un animal insignificante lleno de miedos y ansiedades que heredamos y que todavía hoy nos hacen ser crueles y peligrosos.

Después viene una parte fascinante: la Revolución Cognitiva. Gracias a nuestro cerebro, desarrollamos habilidades de pensamiento y comunicación que nos permitieron un aspecto fundamental de nuestra raza: la cooperación. Somos un animal social que sobrevivimos y nos reproducimos gracias a ella. Harari cuenta cómo surgió el lenguaje y, con él, el chisme que permitió que los humanos viviéramos en pequeñas comunidades de alrededor de 150 personas. Con el chisme nació la ficción y los mitos comunes que hasta hoy en día nos permiten cooperar en grandes comunidades. Fue ahí donde surgió una realidad dual: “Por un lado, la realidad objetiva de ríos, árboles y leones; y, por la otra, la realidad imaginada de dioses, naciones y corporaciones. En la medida en que transcurrió el tiempo, la realidad imaginada se convirtió en más poderosa, así que hoy la sobrevivencia misma de los ríos, árboles y leones depende de la gracia de entidades imaginativas como o Google”. La Revolución Cognitiva transformó al sapiens en el animal más poderoso del planeta, pero también en el más mortífero y peligroso para el medio ambiente.

Harari, luego, desmitifica la Revolución Agrícola. La define como el mayor fraude histórico, al considerarla un desastre para la humanidad. Antes, el sapiens era un animal forrajeador. Vivíamos en comunidades chicas que caminaban todo el tiempo en búsqueda de comida. Nuestro gusto por los productos con altos niveles de azúcar viene de aquellos tiempos. Los sapiens raramente encontraban sabrosos árboles frutales. Cuando, de repente, se topaban con una higuera, se avorazaban para quedarse con la mayor cantidad de frutos. Hoy seguimos abusando con los pasteles.

El ser humano, empero, inventó la agricultura y con ello se incrementó la cantidad de comida. Dejamos de ser nómadas para convertirnos en sedentarios, con una mala dieta y un pésimo estilo de vida. Creció exponencialmente el número de sapiens, apareció la explotación de otros seres humanos y el yugo de una élite militar extractiva. “Nosotros no domesticamos al trigo, el trigo nos domesticó a nosotros”, concluye Harari, quien cuenta cómo las condiciones de vida empeoraron de manera significativa por culpa de la Revolución Agrícola.

Y así sigue el autor con su larga historia del sapiens. Muy importante es el desarrollo de los mitos que nos han permitido cooperar: dioses, libertad, igualdad, derechos, nación, imperio, en fin, invenciones que han sido determinantes para construir distintas redes de cooperación. Uno de los capítulos más interesantes en este sentido es el del dinero. ¿Qué es esto? ¿Por qué confiamos en que nos van a pagar nuestro trabajo con algo tan ficticio? La reflexión de Harari al respecto es fundamental para entender lo que hoy está ocurriendo con el surgimiento de las criptomonedas como el Bitcoin. Igual de importantes son invenciones como los imperios, religiones, leyes o corporaciones.

Harari, luego, trata el tema de la Revolución Científica que ha acelerado, como nunca en la historia, el desarrollo económico de la humanidad. Ahí estamos, con nuestra raza amenazada —sí, amenazada— por lo que hemos logrado en 70 mil años. El animal que inventó a Dios está convirtiéndose en un Dios que manipula su ADN y crea nuevos seres llamados “robots”.

¿En qué queremos transformarnos?, termina preguntándose el autor de Sapiens,porque no hay nada más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren. Hace mucho no me hacía pensar tanto un libro como el de Harari.

                Twitter: @leozuckermann

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