Mi artículo anterior («Pensamiento mágico») levantó polémica en una tribu de pensadores: ¿es el corazón realmente el generador de emociones o es el cerebro?, ¿tiene el corazón capacidades como para hablar de «inteligencia del corazón»? En esas profundidades andábamos cuando Roberto Bonilla, para probar la liga entre cerebro y corazón, puso en la mesa su evidencia o, mejor dicho, su arritmia, producto del estrés desde su juventud. Con el tiempo ha conseguido dominarla mediante control mental. Explicó un esquema que ve al ser humano como una unidad bio-psico-social, fundamentado en una teoría integral (que alguna vez he comentado) llamada Spiral Dynamics (SD). Se trata de un modelo para entender y encauzar el desarrollo evolutivo de personas, organizaciones y, en general, de cualquier agrupación humana.

Roberto fue discípulo de Don Beck. Para entender el legado de Beck, hay que ver la película Invictus, que narra cómo el presidente usó el rugby para generar un gran cambio social en Sudáfrica, donde muchos veían una inminente guerra civil, producto de años del apartheid. Beck fue uno de los asesores de Mandela, fue el ideólogo detrás de la revolución social pacífica en aquella nación, en la que los blancos jugaban rugby y los negros futbol soccer. Siguiendo la recomendación de Beck, Mandela apostó por el rugby como un crisol de unión y orgullo nacional. Incluso se opuso a una iniciativa que estaba a punto de quebrar la identidad del famoso equipo Springbok, una clara venganza racista. «Madiba» argumentó a sus compatriotas negros: «si les arrebatamos lo que ellos (los blancos) atesoran, los perderemos».

Bajo el lema «One team, one country», Sudáfrica fue anfitrión de la Copa del Mundo de rugby en 1995, representada por el Springbok. Como parte de la preparación para el torneo, Don Beck (psicólogo de equipos deportivos profesionales) preparó el documento «Six games to glory» que el entrenador del equipo siguió para forjar unión y espíritu combativo entre los jugadores. Sudáfrica resultó campeón mundial, un histórico triunfo también para Mandela. Blancos y negros festejaron una victoria compartida.

Llego al punto crucial: el modelo de SD podría ser usado en por el próximo presidente de la República. SD parte de un fundamento: las condiciones de vida de la gente generan modelos mentales y sistemas de valores, en donde no existe «lo ilógico» sino «otra lógica». Permite entender que no hay «tontos que no saben votar» sino que votan porque alguien entiende su lógica como nunca la habían entendido los demás. SD constituye una espiral de diferentes niveles en donde las personas y los grupos «están» mentalmente, sin que haya gente de abajo o de arriba, de izquierda o derecha, sino gente que está en la siempre latente posibilidad de subir o bajar de nivel mental (no socioeconómico y cultural). Entender bajo este lente a la sociedad mexicana sería valiosísimo para determinar los mejores cursos de acción en aras de un gran proyecto unificador (¡inspirador!) de nación. En SD se denomina «super ordinate goal» a aquella meta que todos queremos, pero no la podemos conseguir individualmente. Implica ver a los diferentes actores políticos y económicos en una suma de ganar-ganar-ganar.

México no va a cambiar si no somos capaces de generar cambios sustanciales en las condiciones de vida de las personas menos favorecidas. El caso de Sudáfrica, donde un estadista es capaz de unir polos opuestos usando un modelo de cambio social científicamente probado, es una luz en el futuro de nuestro país. Beck, me cuenta Roberto, decía: «el rugby de México es la », apostaba tanto a ella que hacía esta pregunta: «Imaginen que, por un extraño virus mundial, sobreviven únicamente los niños mexicanos, de manera que el futuro del planeta depende de ellos, ¿cómo los educarían?».

Un mejor México pasa por entender la otra lógica y asumir que si uno estuviera en las condiciones de vida del otro, vería el mundo como el otro, pensaría como el otro y decidiría como el otro. SD establece una lección para el futuro (2024): no es lo mismo deshacerte de lo que no quieres, que conseguir lo que quieres. El legado de Don Beck, discípulos y coautores que engrandecieron el modelo de SD, puede ponernos en la ruta de cambio social que anhelamos.

@eduardo_caccia

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