Los dos últimos artículos de Héctor Aguilar Camín han estado buenísimos. El columnista de Milenio habla de la ilegalidad de las campañas (que no son campañas) para elegir al candidato presidencial de Morena (que no será candidato presidencial de Morena). Cómo el Instituto Nacional Electoral () ha tenido que inventarse unas maromas para legalizar lo que a todas luces es ilegal. Aguilar Camín lo ha bautizado como una “alucinación pactada”.

Al emitir lineamientos de cómo se debe llevar a cabo el ejercicio para dizque elegir a su Coordinador de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, el árbitro electoral ha aceptado la “truculencia retórica” del partido gobernante: “Morena y el INE proponen un ejercicio de alucinación colectiva. Piden que en lugar de la precampaña presidencial que todos vemos, alucinemos una puja por la fantasmagórica coordinación de comités, que sólo ven Morena y el INE”.

Los lineamientos expedidos por el INE son –afirma Aguilar Camín– una pesadilla burocrática. “Límites tan kafkianos como la alucinación misma”, concluye.

Tiene toda la razón. Al leerlos, uno no puede más que desternillarse de risa por los niveles de surrealismo que hemos llegado en la cada vez mayor regulación de las elecciones en .

Sí, causa risa, pero también indignación.

Para empezar porque los políticos, que deben ser los primeros en respetar la ley, son los que ponen el mal ejemplo de la ilegalidad que tanto afecta a nuestro país.

Pero, además, como he insistido en este espacio a lo largo de años, todas estas ridiculeces cuestan, y mucho. En todas las reformas electorales que hemos tenido desde 2007, nadie se ha tomado la molestia de calcular los costos de tantas estupideces.

Detrás de las determinaciones kafkianas del INE hay muchas horas de trabajo dedicados a reuniones, como las del Comité de Quejas y Denuncias, al que no solo asisten los consejeros sino la burocracia de alto nivel del Instituto amén de un montón de asesores que los acompaña.

La regulación implica el trabajo de muchísimos funcionarios que trabajan en computadoras, usan Internet y se comunican por teléfono. La regulación conlleva viajes y miles de hojas de papel para publicar sentencias y resoluciones. En fin, la regulación le cuesta miles de millones de pesos al contribuyente que se gastan para regular todo, absolutamente todo, lo que tiene que ver con la competencia entre los partidos.

Y todo este costo para que, ahora, los morenistas puedan simular una campaña que no es campaña.

El Castillo de Kafka resulta un cuento de niños frente a los casos burocráticos ridículos que ha tenido que resolver el INE después de la reforma electoral de 2007.

A continuación, recuerdo uno del que escribí en 2010. Una joya. El alcalde de Jalpa, Tabasco, había puesto su información curricular en el portal de Internet del Ayuntamiento. El PRI presentó una denuncia ante al entonces IFE (hoy INE) argumentando que su contenido lo ponía en una situación especial de posibilidad de éxito electoral si algún día decidía seguir compitiendo por cargos públicos.

El IFE desechó la demanda, pero el PRI apeló al Tribunal Electoral que le dio la razón a este partido. Toda una burocracia para determinar que, si un político presumía su experiencia y logros, desequilibraba la contienda; ergo, el Tribunal ordenó la censura del currículum. El IFE, además, se vio obligado a sancionar al alcalde, pero, como este organismo electoral carecía de atribuciones para castigar a servidores públicos, ordenó dar vista al Congreso de Tabasco para que éste impusiera las sanciones correspondientes.

¿Cuánto le ha costado al Estado resolver este tipo de estupideces?

¿Cuánto nos está costando que actualmente los consejeros del INE alucinen que Morena en realidad está eligiendo a un funcionario partidista de título castrista y no a su candidato presidencial?

Detrás de todas estas decisiones absurdas hay miles de horas de trabajo de cientos de funcionarios a los que hay que dotar de recursos materiales y financieros para realizar sus labores. Esto en un país donde no se investigan lo homicidios dolosos. Mientras que tenemos una burocracia que emite lineamientos alucinantes y kafkianos para legitimar una campaña que no es campaña, los fiscales ni siquiera se toman la molestia de abrir carpetas de investigación cuando un mexicano es asesinado. Los homicidas celebran las prioridades de nuestras autoridades. Y los candidatos que no son candidatos andan en campañas que no son campañas. Que viva México.

  • Twitter: @leozuckermann

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