El año 2024 será un año decisivo para el futuro político de muchos países, especialmente en América Latina, donde se celebrarán elecciones generales en varios de ellos. Estas elecciones estarán marcadas por el contexto de la pandemia de COVID-19, la económica y social, y el auge de los movimientos populistas y autoritarios. En este sentido, se pueden identificar algunos escenarios negativos y positivos que se advierten para el 2024 en el ámbito político.

Por un lado, se advierten algunos escenarios negativos que podrían afectar la estabilidad democrática, la gobernabilidad y el desarrollo social y económico del país. Algunos de estos escenarios son:

  • La polarización y el enfrentamiento entre las fuerzas políticas, que dificultan el diálogo, el consenso y la gobernabilidad democrática.
  • La polarización política y social entre diferentes sectores y actores, que podría generar conflictos, violencia y desconfianza en las instituciones y en el proceso electoral.
  • La desconfianza y el descontento de la ciudadanía hacia las instituciones, los partidos y los líderes políticos, que favorecen la abstención, el nulo o el apoyo a opciones radicales o antisistema.
  • La crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia de COVID-19, que ha generado una situación de vulnerabilidad, pobreza y desigualdad en amplios sectores de la población, y que podría dificultar la recuperación y el crecimiento del país.
  • La injerencia y la presión de actores externos, como , China o Rusia, que buscan influir en los resultados electorales o en las políticas de los países de la región, según sus intereses geopolíticos o económicos.
  • La violencia y la inseguridad, que amenazan la paz social y el respeto a los derechos humanos, y que pueden ser utilizadas como instrumentos de manipulación o intimidación política.

Por otro lado, se vislumbran algunos escenarios positivos que podrían favorecer la consolidación democrática, la participación ciudadana y el desarrollo sostenible del país. Algunos de estos escenarios son:

  • La consolidación y el fortalecimiento de la , el Estado de derecho y las instituciones, que garantizan la transparencia, la participación y la rendición de cuentas de los actores políticos.
  • La renovación y el fortalecimiento de las instituciones políticas, electorales y judiciales, que podrían garantizar la transparencia, la legalidad y la legitimidad del proceso electoral y del gobierno electo.
  • La emergencia y el protagonismo de nuevos actores políticos, sociales y culturales, que podrían aportar diversidad, pluralidad e innovación al debate público y a la propuesta política del país.
  • La recuperación y el y social, que permiten superar los efectos negativos de la pandemia y mejorar las condiciones de vida de la población, especialmente de los sectores más vulnerables.
  • La cooperación y la integración regional, que fomentan la solidaridad, el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos entre los países latinoamericanos, así como la defensa de sus intereses comunes frente a los desafíos globales.
  • La integración y la cooperación regional e internacional, que podrían generar oportunidades de desarrollo, intercambio y aprendizaje mutuo entre los países, así como de enfrentar los desafíos globales como el cambio climático, la o la seguridad.
  • La innovación y la transformación digital, que impulsan la modernización del sistema político y electoral, así como la generación de nuevas oportunidades y soluciones para los problemas sociales.

Ante estos escenarios, ¿qué debemos hacer como ciudadanos?

En primer lugar, debemos informarnos y formarnos sobre los temas políticos que nos afectan y nos interesan, así como sobre las propuestas y los perfiles de los candidatos que se presentan a las elecciones.

En segundo lugar, debemos participar activa y responsablemente en el proceso electoral, ejerciendo nuestro derecho al voto de manera libre, consciente y crítica. En tercer lugar, debemos exigir y vigilar el cumplimiento de las normas electorales y democráticas por parte de todos los actores involucrados en el proceso.

En cuarto lugar, debemos dialogar y colaborar con otros ciudadanos, sectores y organizaciones que compartan nuestros valores e intereses, así como respetar y tolerar a aquellos que tengan opiniones o visiones diferentes a las nuestras.

En quinto lugar, debemos comprometernos y contribuir al desarrollo del país desde nuestros espacios de acción e influencia, ya sea en el ámbito familiar, laboral, educativo o comunitario.

Sin embargo, no son las únicas ni las definitivas. Cada ciudadano tiene la capacidad y la responsabilidad de definir su propia postura y su propio rol ante la realidad política que vivimos. Lo importante es no ser indiferentes ni pasivos ante el futuro de nuestro país.

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