Al momento de escribir estas líneas, todavía no se publican los resultados de la dizque “consulta” que se llevó a cabo este domingo en para ver si el gobernador electo, , tendrá un periodo de dos o de cinco años. No entiendo por qué se están tardando tanto. Sin embargo, poco importan los resultados para el argumento de este artículo, es decir, que estas “consultas populares” son un insulto a la inteligencia, a la y a los políticos que las organizan.

Es un insulto a la inteligencia porque nadie que tenga un poco de raciocinio puede defender esto como una consulta real a la ciudadanía. Es una vil payasada. Como las que organizó el entonces presidente electo, López Obrador, para cancelar el nuevo aeropuerto en Texcoco y ratificar los diez puntos más importantes de su agenda de gobierno. Aquí estamos frente a ejercicios políticos hechos a la medida de los organizadores para ratificar decisiones políticas. En este caso, la obsesión de Bonilla de gobernar por cinco años (algo que no ganó en las urnas) en lugar de dos (lo que sí ganó en las urnas). Aparte de los involucrados y los propagandistas del régimen, no conozco a nadie, con algo de sesos, que defienda estas “consultas” que en realidad son maniobras organizadas por Morena, donde no hay campañas que representen a ambos bandos, donde, mayoritariamente, expresan su opinión morenistas en una pregunta tremendamente sesgada, donde no hay padrones de los que tienen derecho a opinar, donde no hay controles para evitar que la gente se exprese en múltiples ocasiones, donde es posible retacar las urnas con boletas marcadas a favor de la opción deseada, donde militantes de Morena hacen las cuentas y donde es imposible impugnar los resultados finales. Aceptar este tipo de ejercicios como una “consulta popular” es insultar la inteligencia de los mexicanos.

Y es, desde luego, un insulto a la democracia. Tanto tiempo y esfuerzo nos costó que los votos en se contaran de verdad, que no es posible considerar este tipo de ejercicios como una democracia participativa. No, señor. La auténtica democracia participativa, como la electoral, implica reglas e instituciones. Supone un arreglo de los distintos actores políticos dispuestos a jugar con ellas. No por nada nos gastamos miles de millones de pesos para que existieran autoridades capaces de organizar y procesar las elecciones, lo cual, a la postre, permitió sacar al PRI del poder, luego al PAN y de nuevo al PRI. Hoy, gracias a esas reglas e instituciones, gobierna Morena en el país y en Baja California. Ellos deberían ser los primeros en defender ese entramado institucional porque de ahí emanó su legitimidad para gobernar. No hacerlo, y defender consultas patito, es un insulto a esa gran cosa que logramos los mexicanos después de tantos años: la democracia liberal.

Finalmente, es un insulto a ellos mismos, es decir, sus promotores, y me refiero a López Obrador, con las que hizo antes de tomar posesión como Presidente, y a Jaime Bonilla, por la del domingo pasado. Treinta millones de mexicanos le dieron su  para llegar a Palacio Nacional y 382 mil bajacalifornianos a Bonilla para despachar como gobernador. Confiaron en ellos. Una vez resuelta la competencia electoral, los ciudadanos quieren gobiernos que tomen decisiones, no que anden organizando payasadas en las que se pierde tiempo y dinero. En nada honra la imagen de AMLO y de Bonilla el organizar estas dizque consultas. Por el contrario, les perjudica por la percepción de un ejercicio autoritario y abusivo del poder.

En el caso de Bonilla, lo que no pudo ganar en las urnas lo quiere ganar con una serie de chicanas a las que está aderezando con una supuesta voluntad popular expresada en la “consulta”.

Como bien decía George Orwell, en tiempos turbulentos es muy importante usar un leguaje claro y preciso. No caer en el juego de los políticos de justificar sus acciones con palabras manipuladas, falsas y carentes de significado real. Las “consultas” que hizo AMLO antes de tomar posesión y la de Bonilla de este fin de semana no son consultas populares verdaderas. Son artimañas políticas para justificar una decisión tomada. Una cosa tan autoritaria como extender el periodo de gobierno de dos a cinco años. Atentamente les solicito a los organizadores que no insulten nuestra inteligencia, a la democracia liberal y a la dignidad de ellos mismos.

 

                Twitter: @leozuckermann

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