El proceso electoral norteamericano ha venido a confirmar una disputa que frente a la modernidad y el progreso continuo, mantienen todas las sociedades. En el fondo sigue siendo la misma de siempre, pese a que cambia de protagonistas, banderas, contextos y retóricas: liberales y conservadores. Aun cuando parecía que la guerra civil norteamericana había resuelto el punto, las características que distinguen a la Nación Trump -American Native- manifiestan que la división Norte-Sur sigue conflictuada de algún modo.

¿Cuándo, cómo y para qué progresar? La respuesta depende de las elites y sus intereses, mientras la sociedad queda al margen, pues poco puede influir frente al sistema que se le impone. Los retos económicos, políticos y sociales que plantea la modernización desbocada han pulverizado el sistema de partidos y realineado a las élites de diversos países en la búsqueda de opciones para mantener su hegemonía. No hay una lucha entre globalifóbicos y globalizadores sino entre elites y oligarquías que han encadenado sus intereses y empresas a uno u otro proyecto. Las masas pero, sobre todo, la débil e ingenua clase media poco pueden hacer para evadir este dilema.

John Gray, el escéptico conservador filósofo inglés, consideró, al igual que –guardando las debidas proporciones-, que la pandemia iba a reorientar las a un fortalecimiento del Estado y las economías internas. No sucedió así, no sucederá así.

Mientras , o la 4T, o lo que AMLO entienda por Conservador Revolucionario, tratan de generar un capitalismo nacionalista, el PRIANRD o Sí, o FRENAA, o lo que entiendan los clerofascistas por liberalismo conservador, están consiguiendo avances notables respecto a las de 2021.

El dilema de la supervivencia frente a la globalización es tan grave que los partidos han dejado de lado sus doctrinas ideológicas y en verdaderos actos de fe han decidido apostar. Faccionalismo y transfuguismo se realizan inmoralmente para todos lados. Andrés Oppenheimer, en dos libros sencillos pero preclaros respecto del futuro, advierte que la automatización y digitalización del mundo son inevitables. Los países tendrán que prepararse para enfrentar una competencia que ya no es contra empresas sino contra la misma humanidad. La pandemia ha encerrado a una gran parte de los seres humanos en el internet y la otra se enfrenta al COVID-19 en medio de la incertidumbre. La tecnología y las máquinas parecen haber vencido a los seres humanos. Jorge Castañeda, en otro viejo análisis sobre Japón -como lo hace el mismo Oppenheimer- consideraba imprescindibles políticas de renta básica o justicia social mínima mientras la sociedad asimila el avance tecnológico. La división entre tecnócratas y políticos parece haber perdido sentido y un nuevo esquema de tecno/optimistas y tecno/pesimistas comienza a tomar identidad.

Los gobiernos, los partidos y la política se están replanteando frente a una realidad que, como ha ocurrido en otros momentos históricos, podría utilizarse para aminorar el sufrimiento y la falta de oportunidades en millones de personas. El internet, la automatización, aeronáutica, robótica y digitalización ya no corren el mismo riesgo que, en su momento, la energía nuclear; ahora los intereses económicos manejan libremente y en forma utilitaria su acceso.

La automatización y la digitalización son enormes oportunidades para el ejercicio gubernamental. La nueva posibilidad de conquistar el espacio y colonizar planetas son opciones para la emigración mexicana. El futuro espera un gobierno capaz de aprovechar las condiciones. Sin miedo al futuro, dice Yehezkel Dror, pero el gobierno de MORENA se ha paralizado.

La cuestión en México es que ni MORENA ni la Coalición Pragmática Polipartidista del PRIANRD tienen opciones para el mundo post Covid. En ningún lado se desarrollan modelos serios y reales para ejecutar acciones efectivas. El apocalipsis aun no termina, pero acabará. Y no se vislumbra cómo se vivirá en México cuando las economías tengan que abrirse. No hay tiempo suficiente para que MORENA pretenda crear una burguesía en el sur, como en su momento la derecha lo hizo en el norte. La grave recesión económica que viven los tampoco es puente para que el mercado solucione las cosas como desea la tradicional burguesía mexicana.

¿Por qué no se no se construyó la infraestructura para llevar agua del sur al norte, o al propio sur desértico?, ¿Para cuándo salen las dependencias federales de la capital?, ¿hasta cuándo AMLO tomará en serio sus propias ideas? El sexenio se ha atascado en una lucha de facciones que resulta peligrosa para la gobernabilidad. En un mundo post pandémico pero altamente automatizado y digitalizado, la informalidad y la delincuencia son receptáculos seguros si no se garantiza la universal y el abatimiento del analfabetismo digital. El capitalismo nacionalista de Morena requiere las energías que le faltaron a para construir el muro, una centralización de poder para la que el tiempo se agota. Aprobación no quiere decir preferencia electoral y, frente al 2021, la 4T está cancelándose. Si AMLO apuesta por el capitalismo interno, la infraestructura ya no puede esperar más; por otro lado, si la globalización neoliberal seguirá siendo la ruta insoslayable, el tema de la educación y la equidad social es inaplazable.

Mientras los gobiernos de MORENA sólo intentan atraer, en forma burda y ridícula, a los tránsfugas de los poderes fácticos para reconstruir el modelo del PRI Estado, el mundo avanza hacia estadios distópicos que se pronosticaban en los próximos doscientos años. El futuro está cada vez más próximo y no va a detenerse con sociedades como la mexicana, y otras, que no resuelven sus brechas digitales y económicas. La automatización y digitalización provocan millones de desempleos, la pandemia también afectará la y dejará un profundo hueco en la protección social pública. Es paradójico que Vicente Fox siga teniendo la razón: no sólo ha acertado con la legalización de la mariguana, también acertó con la idea de que es necesario el idioma inglés para que los emigrantes mexicanos trabajen mejor en Estados Unidos; ahora serán necesarios los jardineros en Marte. Luego entonces, Amlo le pide las pastillitas a Marta Sahagún o la ultraderecha la propone como futura candidata a la presidencia de la república por Morena o México Sí.

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